El “run-run” no cesa en las oficinas del Centro de Operaciones y Monitoreo (COM), la base operativa de la Secretaría de Seguridad y de su funcionario estrella, Darío Oroquieta. A los reclamos que por lo bajo hacen circular varios de sus empleados por los modos de conducción del hombre que aspira al número 2 municipal, se le suman curiosas revelaciones de su paso por el Ministerio de Seguridad nacional. Mientras sigue la danza de nombres en el marco de la causa por el espionaje ilegal llevado adelante por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) –donde el propio Oroquieta fue nombrado por el Turco Sáez ante la Comisión Bicameral-, en el cuerpo de custodios que el actual funcionario municipal tenía asignado cuando se desempeñaba como subsecretario de Políticas de Seguridad e Intervención Federal aún recuerdan detalles de aquel vínculo. El más particular, según supo La Tecla Mar del Plata, el apodo con el cual se hacía llamar, “el cibercomando”, acaso un recurso para dar cuenta de su autoridad y su intentona de omnipresencia. La antítesis con el exsecretario de Seguridad, Eugenio Burzaco, a quienes en los cuerpos de seguridad federal aún recuerdan con los mejores conceptos.
Ello se da en el contexto de los reclamos del oficialismo marplatense por el retiro de 500 efectivos fuerzas federales que llevaban adelantes tareas de prevención en General Pueyrredon. Incluso en el Concejo Deliberante comenzó a sonar la posibilidad de elevar un pedido de informes a Seguridad para que den cuenta de las gestiones llevadas adelantes para resolver el inconveniente, más allá de las declaraciones públicas. Quien sigue cumpliendo un rol determinante en la estrategia del área ante los diversos conflictos que arrastra, es su mano derecha y un hombre de extrema confianza, Pablo Argibay Molina. Muchos aseguran que su nombre comenzará a ganar más notoriedad con el paso del tiempo. |