La Tecla Mar del Plata
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Mientras los flashes apuntan a la ceremonia de asunción, en el Concejo Deliberante se cocina la verdadera disputa: oficinas, sillones y cuotas de poder. La transición avanza entre negociaciones silenciosas, egos heridos y un mapa político que todavía nadie se anima a dar por cerrado.
En los pasillos ya no se habla sólo de acuerdos programáticos. El termómetro del clima interno pasa, entre otras cosas, por quién se queda con qué despacho. Con el ingreso de nuevas caras, el reacomodamiento será inevitable: tres pasillos, varias fuerzas y un criterio que hoy parece regla de oro: que los propios queden cerca… y los rivales, lo más lejos posible.
Pero la rosca de fondo —la que realmente define el tono del próximo año legislativo— es otra: las comisiones y las autoridades del cuerpo. Cuando se pregunta por nombres, la respuesta más sincera es una combinación de “todavía no” y “paciencia”. El reparto se calcula con una fórmula conocida: un tercio matemática, otro tercio política… y el resto, pura gimnasia de negociación.
Por ahora, los movimientos más fuertes apuntan a que Emiliano Recalt termine al frente de la presidencia del HCD y que Juan Tonto se quede con la Secretaría. El casillero que todavía nadie completa es el de las vicepresidencias, donde conviven promesas cruzadas y operaciones de último minuto.
En paralelo, también está abierto el capítulo de los bloques. La pregunta que circula es si se mantendrán los actuales siete o si habrá reconfiguraciones. El caso más comentado es el de Guido García, único sobreviviente de la Coalición Cívica tras la salida de Angélica González. ¿Sigue solo en su “isla lilita”? ¿O negociará un desembarco en otra bancada para no quedar orbitando sin peso real?
La foto final todavía está fuera de foco. Pero en el Concejo todos saben que las definiciones no se miden por discursos de asunción, sino por quién se sienta dónde… y con quién.