La Tecla Mar del Plata
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A 72 horas del brindis de fin de año, la ciudad todavía digiere un 2025 que dejó sabor a transición: elecciones legislativas escalonadas, recambio en el Concejo Deliberante, licitaciones claves en stand by y la asunción interina de Agustín Neme. Pero la página ya se está dando vuelta y lo que viene no es liviano. 2026 se perfila como un año de decisiones que no admiten más prórrogas.
Presupuesto, la primera gran prueba
El primer test será el Presupuesto municipal, un expediente que llegó a la cuenta regresiva sin haber pisado el recinto. Neme, todavía ordenando su tablero interno, evitó presentar el cálculo de gastos antes del plazo legal y consiguió dos extensiones sucesivas. La tercera no existe: el proyecto deberá ingresar sí o sí o el Ejecutivo afrontará el nuevo año con un presupuesto heredado y la lupa del Concejo encima. Nadie imagina un debut más incómodo.
El argumento técnico del oficialismo —esperar la confirmación de fondos provinciales— convive con un escenario político de fragilidad: el intendente interino en reconstrucción, bloques reacomodándose tras las licencias y un Concejo recién estrenado que ya palpita su primer choque institucional.
Será el primer debate fuerte del 2026: el cálculo de gastos ingresará con el nuevo cuerpo legislativo debutando, sin rodaje y con el recinto en tensión máxima. Nadie quiere empezar perdiendo, pero alguien va a perder.
Peronismo en cuenta regresiva
A la par del pulso municipal, el PJ bonaerense puso fecha a sus internas: 15 de marzo. Si no hay milagro de unidad, todos a las urnas. En Mar del Plata, la rosca ya empezó. El padrón local tiene peso propio y la presidencia partidaria vence también este verano.
Eduardo Cóppola, actual conductor, sabe que el tablero se movió: La Cámpora pelea su lugar, sindicatos tantean acuerdos, el peronismo tradicional busca revancha y aparecen conversaciones que hace cuatro años hubieran sido ciencia ficción. El cierre de listas promete una coreografía quirúrgica: si alguien se equivoca, el costo se paga en 2027.
Punta Mogotes: la deuda que envejece mejor que el vino
Nada envejece mejor que la deuda de Punta Mogotes. El convenio con el Banco Provincia ya superó cuatro décadas y el reloj aprieta: en agosto de 2026 vencen los contratos de los balnearios del complejo. La Municipalidad litiga para recuperar la administración y cancelar la deuda; la Provincia resiste.
La foto es brutal: más de 850 cuotas por pagar y una estructura de concesiones hiperconcentrada donde tres grupos controlan casi la mitad de las carpas. Si el juicio avanza —y si el Ejecutivo gana—, la ciudad podría recuperar una caja millonaria. Si pierde, Mogotes seguirá siendo un monstruo jurídico atado con alambre hasta 2067.
La pregunta es sencilla, la respuesta no: ¿quién manda en Mogotes?
Transporte: el expediente que nadie quiere abrir
El último actor es el pliego del SITU, el proyecto para reordenar el transporte urbano. Presentado, cajoneado, desempolvado, corregido por la CNRT y devuelto con mejoras. Recorte de grupos operativos, ajustes tarifarios y un plazo de concesión de 20 años.
El oficialismo lo vende como actualización para sobrevivir a la pospandemia; la oposición lo ve como “un cheque en blanco”. El pliego dormirá hasta que el nuevo Concejo se anime. No será un trámite: el bolsillo del usuario está ahí. Y detrás, la pregunta eterna: quién paga el pasaje real.
2026 en una frase
Lo que está en juego no es menor: administración del territorio, poder político, servicios públicos y la hoja de ruta financiera. Si 2025 fue el año del reacomodamiento, 2026 será el año donde Mar del Plata elija si avanza, se empantana o retrocede. El reloj ya empezó.