La Tecla Mar del Plata
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La ausencia de indicadores territoriales convierte a ciertas áreas en focos de conflictos por la tierra, ya sea por ocupaciones ilegales o especulación inmobiliaria en Gral Pueyrredon. Los asentamientos precarios, que según el RENABAP superan los 70 en el municipio, parecen relegados por una política más enfocada en el "mapa turístico" que en el desarrollo integral.
La cuestión territorial es recurrente en el Concejo Deliberante. Sin embargo, asuntos clave como la actualización del ejido urbano suelen quedar al margen. Así lo demuestran los 61 años transcurridos desde la última revisión. Este trazado define las áreas urbanizadas y las zonas rurales, periféricas o marginales, e impacta en aspectos como las tarifas de transporte, la disponibilidad de servicios e incluso las diferencias salariales en sectores como la docencia.
En julio de 2023, se realizó una jornada en la que diversas fuerzas políticas, entidades barriales y de fomento, junto a la Defensoría del Pueblo, se reunieron para analizar y buscar soluciones a los problemas que afectan a los vecinos del norte costero (barrios Jardín de Alto Camet, Las Dalias, Parque Peña y Félix U. Camet).
Uno de los puntos destacados en el petitorio de esta reunión fue la ampliación del ejido urbano hacia la zona norte, cuyo límite actual llega hasta el Arroyo La Tapera. "La integración gradual de las zonas urbanizadas y semi-urbanizadas que se encuentran fuera del ejido ha sido propuesta por el Plan Estratégico 2004, que ya tiene casi veinte años", señala la iniciativa del bloque de Unión por la Patria.
A pesar de ello, en el último tratamiento, la propuesta fue sometida a siete pedidos de informes a diversas áreas del Ejecutivo: Obras, Transporte, EMVIAL, OSSE, Legal y Técnica, EMSUR y la delegación Camet. Este número inusual de solicitudes prolonga la resolución de un antiguo tema que la política local no logra solucionar.
El crecimiento de General Pueyrredon es indiscutible, pero su desarrollo territorial necesita una actualización normativa urgente. Sin una adaptación del ejido urbano y del Código de Ordenamiento Territorial a las realidades actuales, la ciudad corre el riesgo de profundizar sus desigualdades y mantener la desatención en sus zonas más vulnerables.