*Por Jorge Vidal
Era imperioso refundar la policía de la provincia de Buenos Aires, pero no fue. No se animaron, no quisieron, o no les convenía.
El tiempo perdido desde 2016 a la fecha, cuando considero que se daba un cambio real y serio, con una gobernadora que manifestaba las intenciones de hacerlo seriamente, fue tiempo que se murió. Tiempo perdido.
La política prefirió tomar aguja e hilo y seguir emparchando la operatividad de esa fuerza policial que habían recibido a fines del mandato del exgobernador Scioli, cual torta muy decorada de móviles patrulla de colores, pero cocinada por fuera y cruda por dentro.
Aparentaban y aun hoy se sigue aparentando, que tenemos “policía en territorio bonaerense”, cuando en realidad con mucho esfuerzo y dependiendo de buena voluntad de gente que aún mantiene la vocación, lo que tenemos y que arrastramos desde esa época de administración kirchnerista, es un “un malón” de gente uniformada con serios problemas de comprensión, adaptación, moral, honestidad, formación, capacitación y cultura general, a la que poco le importa el servicio policial y si le importa mantener el “trabajo” que en definitiva no es tal. No soy duro con estos conceptos. Trato de traer a la superficie la realidad.
Situaciones a diario muestran las miserias en la función policial. Dinosaurios en las cúpulas policiales con bases de uniformados millennials, que no entienden ni quieren entender la conducción policial, ni el mando y comando, ya que no fueron preparados para insertarse en una verticalidad de órdenes. Otra generación.
Las constantes detenciones semanales por parte de la justicia de personal policial de todas las jerarquías, que por si solos o integrando bandas de delincuentes, nos dan a las claras lo que se cocina por dentro de la institución y lo mal que esta se encuentra. La honorabilidad y honestidad, arrastrada por el piso.
Los innumerables suicidios que se observan entre los integrantes de esta fuerza, ponen a las claras que algo mal se está haciendo desde la admisión y selección de quienes van a integrar los cuadros, y las acciones de contención cuando se detectan cuadros psíquicos que pueden llevar a que el efectivo tome esta drástica decisión. ¿Es por eso por lo que las carpetas médicas psiquiátricas abundan dentro del personal, especialmente en el femenino?
El narcotráfico, el delito, el abuso y la violencia domestica entre pares y parejas de policías, es un gran denominador entre las situaciones que se viven dentro de la fuerza.
Esta institución policial o se disgrega o explota en un futuro cercano. La ciudadanía ya lo observa, la mira con indiferencia, no la hace parte de su vida diaria, no la tiene en la mejor de sus consideraciones, pero si la tiene como parte del problema de seguridad y no como la solución a los problemas.
Bajo un manto de seriedad y fachada de autoridad, tan desdibujada e inexistente como la que tenía el anterior ministro Berni, hoy se sigue navegando en aguas turbias, consultando al oráculo y a la carta astral cual será la operatividad necesaria para cumplir medianamente con la población.
Cabe preguntarse, para aquellos que creemos conocer de estructuras y organigramas de conducción policial, el por qué este cuerpo policial imperfecto bonaerense, de 80 o 90 mil efectivos, tiene un cuadro de mandos superiores (entiéndase comisarios generales superintendentes y comisarios mayores) que excede en número al de otras policías de la región con 140/150 mil efectivos, con problemática delictual muy superior a la bonaerense. ¿Divide y reinarás? ¿Cantidad sobre calidad? ¿Puestos y jerarquías como compensación a favores? Lamentable lo que le están haciendo a esta policía.
La improvisación y el desconocimiento es la reina de las acciones actuales. Estamos mal y vamos peor.
¿Que nos falta? un Plan de Seguridad, una línea priorizando iniciativas importantes para cumplir con sus objetivos y metas. Esa sería la acepción fácil del significado. Pero cuando hablamos de seguridad pública, debemos tener como componentes importantes y sensibles, la fuerza y capacidades profesionales con las que contamos, la capacidad logística, la geografía, la población y sus diversos niveles socio cultural económicos, el tipo y desarrollo del delito a lo largo de los años, entre muchos otros.