23 de junio de 2025
SEGURIDAD Y GESTIÓN
Seguridad sin matices: Montenegro marca diferencias con puño firme
En medio del impacto por la tragedia en Fortunato de la Plaza y Talcahuano, el intendente volvió a manifestarse de forma clara y sin grises. Apoyo cerrado al remisero, condena explícita al joven fallecido y un nuevo capítulo de su discurso de orden y calle. Seguridad, motos y polarización, a la orden del día.

“Cuando uno está convencido de cuál es el camino que corresponde, no afloja”. La frase podría funcionar como consigna de campaña o como bajada de gestión. Pero esta vez, llegó acompañada de un parte: 104 motos secuestradas y 2 personas aprehendidas en distintos operativos durante el fin de semana. Los controles, en esquinas clave como Edison y Fortunato de la Plaza, fueron presentados por el intendente Guillermo Montenegro como una señal de firmeza. Hace tiempo que el jefe comunal eligió poner el foco en la seguridad urbana y especialmente en los operativos contra motociclistas irregulares.
“YO TENGO CLARÍSIMO DE QUÉ LADO ESTOY”. En mayúsculas, sin filtros ni titubeos, Montenegro eligió el enfrentamiento directo con quienes pusieron en duda la culpabilidad del joven fallecido. Lo llamó “chorro”, recordó que tenía causas por robos y sentenció: “si hubiese estado preso, no se habría muerto”.
No hubo espacio para el duelo ni para la ambigüedad. Montenegro se paró de un lado de la escena, el del remisero golpeado, y marcó al otro, el de la “caravana”, como delincuencia organizada. El posteo, que mezcla relato policial, enojo social y construcción de sentido común, volvió a mostrar el tipo de liderazgo que el intendente quiere consolidar: directo, sin eufemismos, y con definiciones tajantes.
En tiempos donde muchos dirigentes miden cada palabra, Montenegro redobla su apuesta. Y en lugar de bajar el tono tras un hecho trágico, lo eleva. La calle vuelve a ser escenario y argumento: “los hombres que laburan con chatas en la construcción, en la producción y en el campo tratan de sacar el país adelante; este chorro se las afanaba”. La escena urbana, el trabajo honesto y el orden social se oponen, en su narrativa, a una amenaza difusa pero reconocible: jóvenes, motos, robos, impunidad. No hay zona gris. Hay víctimas y hay victimarios. Y eso, para el intendente, no se discute.
El intendente no improvisa. En un contexto social tenso y electoral cada vez más cercano, su estrategia parece clara: no disputar el centro, sino consolidar el propio flanco. Refuerza el eje de seguridad, apela al hartazgo ciudadano y convierte los episodios callejeros en capítulos de un relato mayor.