27 de junio de 2025
SEGURIDAD Y GESTIÓN
Un discurso sin grises: Montenegro y su mirada de orden en plena campaña
El intendente volvió a vincular a los cuidacoches con la delincuencia y celebró una detención ocurrida en la zona de la costa. Su narrativa de orden y control se consolida como eje de posicionamiento político ante la inseguridad urbana. “No son pobres pibes”, sentenció.

La inseguridad volvió a instalarse como tema de agenda en General Pueyrredon, pero no solo por los hechos delictivos, sino también por el modo en que son narrados desde el poder. Esta vez, el intendente Guillermo Montenegro publicó en sus redes un video donde se muestra la detención de un cuidacoches acusado de ingresar a robar a una panadería de un hotel. Además del registro visual, compartió un texto con una frase contundente: “Uno menos en la calle. Se festeja”.
Sin matices ni consideraciones estructurales, el jefe comunal reafirmó su postura: “No es una víctima social, la única víctima es la empleada que recibió el ataque”. Para Montenegro, no hay espacio para medias tintas. El trapito detenido, escribió, “no estaba en situación de calle, estaba en situación de delito”.
El mensaje no sorprende en el marco de una gestión que ha convertido a la seguridad y al despliegue de la Patrulla Municipal en una bandera de gestión y campaña. Con la publicación, Montenegro reafirma la estrategia que lo mantiene activo en redes sociales: generar contenido directo, con impacto emocional, capaz de consolidar su perfil como dirigente que “no le tiembla el pulso”. Lo hace en un año donde la seguridad vuelve a ser un tema prioritario y la batalla cultural entre “garantismo” y “mano dura” se convierte, una vez más, en terreno de disputa política.
La apuesta por esa narrativa también es un mensaje interno. De cara al cierre de listas y la configuración de espacios dentro del tablero provincial, el intendente construye un lugar propio desde la acción concreta, el lenguaje de calle y un posicionamiento que lo distancia de tibiezas. Mientras tanto, la ciudad continúa en debate por la seguridad, en un contexto donde el “orden” puede convertirse en capital político.