25 de agosto de 2025
¿REGRESO?
Del Código de Publicidad al Código de la Casta: Pulti, el intendente que le apagó la luz a Mar del Plata, en carrera electoral
El dirigente político, que ostenta el récord de haber sido electo seis veces concejal, hoy es diputado provincial, quiso candidatearse a senador por “Fuerza Patria” y, como no pudo, se refugió en Acción Marplatense para volver a competir en General Pueyrredon. Una muestra de oportunismo político y de lo que significa ser “casta”: vivir de la política, saltar de cargo en cargo y, de paso, recordarle a los marplatenses que fue él quien castigó a comerciantes, vecinos y turistas con el tristemente célebre Código de Publicidad.

El regreso de Gustavo Pulti a la arena electoral marplatense es, en sí mismo, un ejercicio de cinismo político. Diputado provincial en funciones, seis veces concejal, dos veces intendente, frustrado precandidato a senador bonaerense y ahora aspirante a concejal por Acción Marplatense (AM). La carrera de Pulti es un ejemplo acabado de cómo algunos dirigentes hicieron del acceso a cargos un modo de vida. El concepto de “casta” tiene en él una representación casi caricaturesca: nunca se alejó del Estado, siempre encontró un lugar para acomodarse.
Pero si algo lo recuerda la sociedad marplatense es por haberle apagado literalmente la luz a Mar del Plata. Su Código de Publicidad, reglamentado en 2011 y aplicado desde 2012, se convirtió en uno de los capítulos más polémicos y nefastos de su gobierno: obligó a retirar carteles y marquesinas de comercios y más de 140 grandes estructuras. Una cacería de carteles que, lejos de embellecer la ciudad, arrasó con la identidad comercial de barrios enteros, privó a turistas de las postales que reconocían y, sobre todo, asfixió a los comerciantes locales.
Los números fueron lapidarios: más de 17.000 cédulas de intimación, miles de multas, costos extra para desmontar carteles, inspecciones ridículas como sancionar a locales por tener dentro del comercio carteles de tarjetas de crédito, y un clima de hostigamiento que afectó directamente al empleo y al turismo, dos pilares de la economía marplatense. En esos tiempos, la Municipalidad se jactaba de “limpiar la contaminación visual”, mientras ensuciaba la economía real de miles de familias.
Los mayores de 40 lo recuerdan bien: el “Pulti de las marquesinas” que convirtió a la Ciudad Feliz en la Ciudad Oscura. Una postal que contrasta con su presente: ahora intenta convencer a las nuevas generaciones, que no vivieron aquella ordenanza en carne propia, de que su vuelta es “una alternativa vecinal”. Pero detrás del disfraz de Acción Marplatense está el mismo político profesional de siempre, que se cuelga de la Rambla y del gobernador Axel Kicillof desde una lista con olor a reciclaje y perfume a naftalina.
En pleno 2025, a días de las elecciones del 7 de septiembre, Pulti vuelve a pedir el voto. Pero la pregunta es inevitable: ¿qué ofrece alguien que ya demostró que puede arruinar la economía local con una sola firma? ¿Qué futuro puede proyectar quien convirtió en un calvario la vida de comerciantes, vecinos y turistas? ¿Qué novedad trae un dirigente que acumula más cargos que soluciones?
La ciudad, que necesita inversión y producción, no puede retroceder al “no” de las marquesinas, al “no” de la publicidad, al “no” de un intendente que creyó que borrar carteles era sinónimo de progreso. Gustavo Pulti representa lo contrario de lo que Mar del Plata necesita: menos sombras y más luz.