La Tecla Mar del Plata
Todos los derechos reservados
En la recta final de la campaña bonaerense, el gobierno de Guillermo Montenegro movió una pieza clave en el Concejo Deliberante: envió dos expedientes para prorrogar por 24 meses el régimen de promoción de la construcción que viene operando desde la pandemia. La decisión no es neutra. Llega a horas de una elección que podría poner en jaque la mayoría automática que el oficialismo utilizó en estos años para avanzar sin grandes sobresaltos.
Las iniciativas, que apuntan a extender el marco normativo de las ordenanzas 25.113 y 25.114, se presentan como una continuidad de las políticas que habilitaron excepciones urbanísticas, mayores indicadores constructivos y regímenes especiales en zonas estratégicas de la ciudad. Con el aval del Colegio de Arquitectos y sectores empresarios, la gestión local reivindica su impacto: más de dos millones de metros cuadrados autorizados desde 2021 y cerca de 20.000 empleos vinculados de forma directa o indirecta.
Pero el contexto político le agrega otra capa de lectura. El radicalismo mantiene el misterio sobre su estrategia después del 7 de septiembre y las bancadas opositoras esperan ver si la correlación de fuerzas cambia con el voto popular. Para Montenegro, lograr que la prórroga se apruebe antes del recambio de diciembre sería asegurar uno de los últimos movimientos con la actual configuración del Concejo. El interrogante, claro, es si la mayoría automática sobrevive al domingo o si empieza un tiempo de negociación obligada.
En el oficialismo destacan que el régimen no solo fue funcional para dinamizar la obra privada en plena recesión, sino que también permitió mejorar la recaudación municipal en un período crítico para las arcas locales. En paralelo, advierten que desarmar el esquema ahora implicaría un freno abrupto para un sector que se convirtió en uno de los motores de la economía marplatense.
Del otro lado, las críticas apuntan a que el esquema de excepciones consolidó un modelo de ciudad pensado a medida de grandes desarrolladores, con un impacto desigual sobre los barrios. “Se aprobó con la excusa de la pandemia y terminó como una herramienta permanente”, cuestionan en voz baja desde sectores opositores, que ya preparan sus propios proyectos para revisar el esquema una vez que se modifique la correlación de fuerzas en el Concejo.
El resultado electoral marcará el pulso de la discusión. Si el oficialismo retiene la mayoría automática, el blindaje de las prórrogas está asegurado. Pero si la pierde, Montenegro deberá abrir una mesa de negociación que lo obligará a ceder, algo a lo que no está acostumbrado en el recinto. Por eso, más que un expediente técnico, la prórroga se convirtió en una jugada política de alto voltaje en la recta final de la campaña.