2 de septiembre de 2025
POR LA ÉPICA
Las boletas cortas, frente a la cuesta más empinada de la carrera electoral
Tres listas vecinalistas competirán solo a nivel distrital en General Pueyrredon, en un escenario donde la polarización y el arrastre seccional ponen a prueba sus chances de superar el piso electoral y lograr representación en el Concejo Deliberante.

En la recta final de la campaña, con cierre previsto para el viernes y las urnas abiertas el domingo, la pelea electoral en General Pueyrredon no se limita únicamente a la pulseada entre las grandes fuerzas seccionales. También están en juego las aspiraciones de tres boletas cortas, que decidieron jugar únicamente en la categoría local y apuntan a sumar representación en el Concejo Deliberante. La apuesta, sin embargo, enfrenta condiciones adversas que convierten el desafío en casi una gesta.
La primera valla es matemática: para acceder a una banca, las boletas cortas deben superar el 8,33% de los votos válidos. Esa proporción, que en la elección anterior se tradujo en poco más de 35.000 sufragios sobre un total de 431.316 emitidos, vuelve a plantear un desafío mayúsculo en esta ocasión. Con 596.177 electores habilitados, la cifra exacta dependerá del nivel de participación, que se anticipa menor por el clima de apatía social. Esa combinación de piso alto y asistencia incierta transforma el objetivo en una verdadera carrera contrarreloj para los espacios vecinalistas.
Pero la dificultad no se agota en el número. Estas tres fuerzas deben competir contra 13 listas que juegan con un plus decisivo: el arrastre de candidatos seccionales. La boleta larga funciona como un paraguas que les garantiza visibilidad, recursos y la posibilidad de sumar votos por inercia. El contraste con quienes solo tienen presencia distrital es evidente: deben hacerse conocer y conquistar electores en soledad, sin el empuje de figuras provinciales que ordenen el tablero.
La coyuntura política profundiza el problema. La campaña se nacionalizó tras el cierre de listas legislativas nacionales, con un esquema de polarización entre el modelo libertario y el modelo kirchnerista que dejó poco espacio para terceras opciones. Ese “voto útil”, que interpela a los ciudadanos a optar entre dos modelos de país, puede devorar la base potencial de los proyectos vecinalistas, que intentan instalar su agenda local en un mar dominado por la grieta.
El contexto social tampoco les juega a favor. La distancia entre la ciudadanía y la política es notoria: muchos vecinos sienten que la dirigencia los ha abandonado, lo que se traduce en desconfianza, apatía y una menor predisposición a participar. En ese clima, las listas cortas cargan con la doble tarea de convencer de que vale la pena votar y, al mismo tiempo, de que vale la pena votar por ellas.
A tres días del cierre de campaña, el panorama para estas boletas es incierto. La fragmentación en 16 listas en la categoría local refleja la dispersión y, a la vez, la dificultad de destacarse en un escenario sobrecargado de opciones. Queda claro que, para los espacios vecinalistas, el desafío no se limita al domingo: su supervivencia política depende de sostener la construcción más allá de un resultado que, con todos los obstáculos en contra, se anticipa cuesta arriba.