La Tecla Mar del Plata
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El voto en blanco volvió a ser protagonista en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre y, en General Pueyrredon, dejó cifras difíciles de ignorar. Con el 98,46% de las mesas escrutadas, esta opción fue la tercera en la categoría de senadores provinciales, mientras que en el tramo de concejales ocupó el quinto lugar.
En la categoría de senadores provinciales, 76.994 marplatenses y batanenses decidieron no optar por ninguna boleta, lo que representó el 22,42% de los votos válidos emitidos. Ese caudal superó de manera contundente al Frente de Izquierda-Unidad, cuyo candidato Alejandro Martínez apenas alcanzó el 3,31% (8.803 votos).
La tendencia se replicó, aunque en menor medida, en la categoría de concejales. Allí, 19.362 electores votaron en blanco, equivalente al 5,55%, lo que lo hubiera ubicado como la quinta fuerza si se tratara de un candidato más. En contraste, la izquierda, con Rosa Mauregui al frente, obtuvo 7.261 sufragios (2,21%).
El fenómeno abre interrogantes políticos de peso. ¿Se trata de un gesto de apatía y desafección hacia la oferta electoral o de una forma de expresar disconformidad con los candidatos y las propuestas? Lo cierto es que el voto en blanco se convirtió en un actor central, desplazando a espacios que sí lograron presentar listas y dejando en evidencia un malestar latente en buena parte del electorado marplatense.
En este punto, es importante una salvedad: tras el desdoblamiento electoral, la provincia de Buenos Aires modificó el sistema de conteo de votos. La Ley 5.109, vigente para los comicios provinciales, solo reconoce tres categorías: afirmativos, en blanco y de identidad impugnada. El voto nulo no existe como tal en esta clasificación, por lo que no se puede determinar con certeza cuántos de los sufragios registrados como “en blanco” responden efectivamente a esa decisión del elector y cuántos podrían corresponder a votos nulos.