1 de noviembre de 2025
FRENTE ABIERTO
Misión 2027: Kicillof se proyecta hacia la Rosada y abre el juego a sus intendentes
En medio de una interna cada vez más expuesta, Axel Kicillof acelera su armado político con la mirada puesta en 2027. La carta de CFK reavivó las tensiones con La Cámpora y abrió una herida fresca dentro del peronismo bonaerense. Entre respaldos y reproches, el gobernador busca consolidar un liderazgo propio que desafía a la conductora histórica del kirchnerismo.

Mientras el peronismo bonaerense atraviesa una de sus etapas más turbulentas desde el final del ciclo kirchnerista en el poder, Axel Kicillof parece decidido a dar el salto hacia la escena nacional. Con una gestión provincial todavía en curso y un escenario económico adverso, el gobernador bonaerense ya dejó entrever su intención de competir por la presidencia en 2027. Pero su ambición choca de frente con el núcleo duro del kirchnerismo, encabezado por Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora, con quienes mantiene una tensa disputa política que ya no se esconde.
El objetivo final de la carrera del Gobernador es claro, la presidencia de la Nación en 2027. Varias fuentes confirmaron a La Tecla que Kicillof tiene intenciones de jugar para que el peronismo bonaerense vuelva a ubicar a uno de los suyos en el sillón de Rivadavia en dos años, cuando Javier Milei termine su mandato. Y él mismo busca sentarse en el reputado asiento.
Así lo reveló, entre otros, un participante de la cumbre que tuvo lugar en Berazategui, en la que el Gobernador habría planteado la necesidad de defender la Provincia y de que el peronismo pueda continuar en la Nación lo iniciado en Buenos Aires.
Sin embargo, la publicación de una carta de la expresidenta, a fines de octubre, reavivó las diferencias internas. En ese texto, Cristina cuestionó la estrategia electoral del oficialismo bonaerense y apuntó directamente contra la decisión de desdoblar las elecciones provinciales, una jugada impulsada por Kicillof. “Se viene una fuerte ofensiva para romper el peronismo y el campo nacional y popular”, escribió, dejando entrever su malestar con el camino elegido por el gobernador. En paralelo, dirigentes camporistas reforzaron el mensaje y advirtieron que el proyecto político de Kicillof se estaba alejando del legado kirchnerista.
La intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, una de las principales referentes de La Cámpora, no dudó en expresar públicamente su desacuerdo. “Nos sorprendió muchísimo lo que anunció el gobernador porque no era lo que habíamos quedado. Fue una decisión unilateral que entendemos que no fue del todo buena”, dijo, alineándose con la crítica de Cristina. Mendoza también sostuvo que “la vicepresidenta tenía razón” al advertir que el desdoblamiento debilitaba la estrategia de unidad del peronismo.
Del otro lado, Kicillof encontró respaldo en los intendentes de su entorno más cercano. Mario Secco, jefe comunal de Ensenada, defendió al gobernador y apuntó contra los sectores kirchneristas que buscan responsabilizarlo por la derrota legislativa. “Es una barbaridad decir que los intendentes nos borramos. Cada vez que hay que buscar un chivo expiatorio, quieren agarrar a los que estamos trabajando en el territorio”, sostuvo, al tiempo que denunció “operetas” internas que —según él— buscan desgastar al mandatario provincial.
En medio de ese fuego cruzado, una figura que intenta mediar es Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la Comunidad bonaerense y dirigente con historia en La Cámpora, pero cada vez más cercano a Kicillof. En declaraciones recientes, Larroque reconoció que “la interna con La Cámpora sigue”, y llamó a la expresidenta a tener “humildad” y permitir una “renovación de liderazgos” dentro del peronismo. “Si no somos plurales, va a ser muy difícil reconstruir una alternativa de cara a 2027”, advirtió.
El gobernador, por su parte, evita confrontar directamente con Cristina Kirchner, aunque en su entorno reconocen que la relación está en su punto más frío. Su estrategia apunta a consolidar un espacio propio, con fuerte base territorial en la provincia de Buenos Aires pero con proyección nacional. En los últimos meses reunió a más de cuarenta intendentes para analizar el futuro del peronismo y lanzó una convocatoria para “reconstruir una alternativa política amplia y concreta para 2027”.
El conflicto con el kirchnerismo no es nuevo, pero se profundizó desde que Kicillof comenzó a hablar de “un nuevo peronismo” capaz de superar la dependencia de figuras históricas. En ese marco, Cristina y La Cámpora ven en el gobernador a un dirigente que, aunque surgido del mismo espacio, intenta construir su propio liderazgo, incluso a costa de romper el equilibrio interno que caracterizó al movimiento durante dos décadas.
El peronismo bonaerense, mientras tanto, observa la disputa con preocupación. Algunos intendentes temen que la pelea entre Kicillof y Cristina fracture al espacio justo cuando el oficialismo busca reagruparse frente al avance del gobierno de Javier Milei. Otros, en cambio, creen que la confrontación era inevitable y que la renovación de liderazgos es indispensable para la supervivencia del movimiento.
Con Cristina decidida a no retirarse del todo y Kicillof decidido a emanciparse definitivamente de su pasado kirchnerista, el peronismo ingresa en una etapa de definiciones. La carta de la expresidenta fue un mensaje claro; la respuesta del gobernador, un desafío silencioso. De aquí a 2027, la tensión entre ambos promete marcar el rumbo de la política argentina y definir quién representará al espacio opositor más poderoso del país.