1 de diciembre de 2025
CONCEJO
El regreso de Baragiola y Pulti desempolva escándalos: el fantasma de la coima y los peones bonifattistas
A días de la renovación, dos figuras que definieron la política local vuelven a cruzar la puerta del Concejo. La expectativa por el incremento del peso político en los debates es directamente proporcional a la certeza de que el viejo y no resuelto fantasma de la "cámara oculta" se colará en cada confrontación. El pultismo y la actual "casta" bonifattista, que en su momento aceitaron el engranaje, temen que el regreso de Vilma Baragiola abra el arcón de los recuerdos más incómodos.

El 10 de diciembre de 2025 se presenta como la fecha de un "déjà vu" político en General Pueyrredon. Vilma Baragiola y Gustavo Pulti, dos nombres que trascienden las internas partidarias y remiten inmediatamente a la historia reciente de la ciudad, volverán a compartir el mismo espacio: el recinto del Concejo Deliberante. Este doble desembarco no es solo una anécdota de recambio; es la promesa de un órgano legislativo que recuperará el protagonismo y la agudeza del debate, pero también la certeza de que la arena política se convertirá, una vez más, en un campo minado de rencores y cuentas pendientes. Con estos pesos pesados de vuelta en la cancha, y la mira puesta en el sillón de enfrente, la disputa por la intendencia en 2027 ya comenzó.
La lupa estará puesta, inevitablemente, en el posible cruce entre ambos. Y es que detrás de la dialéctica futura se esconde la sombra de un episodio que, en 2014, marcó a fuego la carrera de la referente radical: la polémica por la supuesta "colaboración" solicitada al gremio de camioneros, un escándalo que se vehiculizó a través de una cámara oculta. Aquel episodio, que la llevó a renunciar a la presidencia del cuerpo, tuvo un condimento extraoficial y oscuro, una ingeniería política al servicio del "barro" que hoy resulta imposible de obviar con el regreso de sus protagonistas.
En el tablero de aquel año, el pultismo de entonces jugó un rol que hoy, con la perspectiva del tiempo y las nuevas alianzas, destapa las miserias de la "casta" local. La facilitación de aquel oscuro operativo apuntó directamente a un nombre que hoy resuena como el epítome del pragmatismo político: Santiago Bonifatti. El actual funcionario, otrora ultrapultista y hoy buscando espacio en el naciente oficialismo, habría sido la pieza clave para engrasar la logística de la grabación, un ejemplo de cómo la lealtad se ponía al servicio del amo de turno.
Pero la incomodidad no termina en Bonifatti. El rastro de aquella operación deja una huella digital que conduce al corazón del actual Ejecutivo. La promoción de la página "Vilma Pide Coima" fue realizada con una tarjeta de crédito cuyo titular no era otro que Mariano "Bachi" Suasnabar, un exultrapultista devenido hoy en incondicional bonifattista. Suasnabar, quien en 2020 fue ubicado por el propio Bonifatti en el área de Inspección General, ejerce funciones de segundo al mando con la tarea implícita de controlar los movimientos del actual titular del área y concejal electo, Marcelo Cardoso. Un rol que lo ratifica como un comodín o, en términos más crudos, un peón listo para ejecutar operaciones.
El regreso de Pulti y Baragiola al recinto, por lo tanto, no es solo un reacomodamiento de fuerzas. Es un recordatorio de la maquinaria despiadada que se puso en marcha para debilitar a la oposición en el pasado. Los futuros debates no solo se centrarán en tasas, ordenanzas y licitaciones; inevitablemente, el pasado se colará con la acidez de la traición y la manipulación.
Y mientras la ciudad espera el espectáculo del debate, la política local se prepara para el ruido de la metralla, sabiendo que las balas que se dispararon en 2014 todavía tienen esquirlas que pueden herir a la ahora consolidada "casta bonifattista". La pregunta no es si habrá cruces, sino cuán rápido y cuán profundamente se atreverá la historia a cobrar la cuenta.