5 de junio de 2025
INCERTIDUMBRE
La industria pesquera, en jaque: tensión sindical, barcos amarrados y un puerto paralizado
Las cámaras empresarias acusan “intransigencia sindical” y alertan por pérdidas millonarias, mientras que en Mar del Plata se profundiza la crisis productiva. La falta de acuerdo por la zafra de langostino ya impacta en el empleo, el consumo y la recaudación fiscal.

La crisis que atraviesa el sector pesquero argentino sumó un nuevo capítulo esta semana con un duro pronunciamiento de las cámaras empresarias contra los gremios del sector marítimo. Denuncian que la “intransigencia sindical” impide poner en marcha la temporada de langostino, una de las principales fuentes de ingresos del complejo pesquero nacional, y advierten que las consecuencias ya son visibles: pérdidas millonarias, trabajadores inactivos y puertos que operan a media máquina. Mar del Plata, ciudad clave en la estructura del sector, se encuentra entre las más afectadas.
La Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores (Capeca), el Consejo de Empresas Pesqueras Argentinas (CEPA) y la Cámara Argentina Patagónica de Industrias Pesqueras (Capip) afirmaron en un comunicado que la negativa sindical a revisar el convenio colectivo vigente, firmado en 2005, imposibilita adaptarse a un contexto internacional adverso, en el que el precio del langostino cayó más del 50%. Aseguran que continuar operando bajo las condiciones actuales hace inviable la actividad.
Según las cámaras, si se hubiera activado la temporada, un marinero podría haber cobrado hasta $12 millones brutos en junio en base a la productividad histórica del sector. Sin embargo, al mantenerse la flota amarrada desde el 17 de marzo, los trabajadores hoy perciben solo el salario básico, que ronda los $500.000. Las empresas calculan que ya se perdieron más de 200 millones de dólares en exportaciones, y el Estado dejó de recaudar al menos 15 millones en derechos de exportación.
El conflicto tiene repercusiones directas sobre Mar del Plata. Con una economía históricamente atada al funcionamiento del puerto, que representa el 30% del producto bruto geográfico de la ciudad, la parálisis del sector golpea de lleno a una comunidad que ya viene arrastrando indicadores preocupantes: la ciudad cerró 2024 con la tasa de desempleo más alta del país (8,6%) y, solo en los primeros cuatro meses del año, se registraron 374 despidos formales.
Lejos de una solución, el conflicto evidencia un cruce de intereses y visiones sobre cómo afrontar la crisis. Mientras que las cámaras reclaman una revisión de los convenios y una reducción de los costos laborales, que aseguran hoy representan el 60% del gasto operativo, los gremios rechazan cualquier intento de ajuste salarial, al considerar que la propuesta empresarial implicaría una fuerte pérdida del poder adquisitivo.
La zafra de langostino no solo genera empleo directo en el mar, sino que activa una compleja cadena productiva en tierra: astilleros, plantas de procesamiento, transporte, logística, comercios y servicios. Su parálisis tiene un efecto multiplicador negativo en el consumo local y contribuye a la recesión generalizada que atraviesa la ciudad.
Mientras tanto, los barcos siguen amarrados, el conflicto se empantana y uno de los puertos más importante del país mira al horizonte con incertidumbre. La solución, advierten desde todos los sectores, no puede demorarse mucho más.