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20 de agosto de 2025
AVANCE MEDICO

Científicos chinos develan robot con útero artificial: ¿Revolución en la reproducción humana o dilema ético?

En la World Robot Conference 2025 en Pekín, la empresa Kaiwa Technology presentó un prototipo de robot humanoide capaz de gestar embriones humanos en un útero sintético, ofreciendo una alternativa a la gestación tradicional para parejas con infertilidad, aunque genera intensos debates sobre sus implicaciones morales y legales.

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La innovación anunciada por Kaiwa Technology, una startup con sede en Guangzhou, China, representa un avance significativo en la tecnología de úteros artificiales, conocida como ectogénesis.

Liderado por el doctor Zhang Qifeng, fundador de la compañía, el proyecto busca simular el proceso completo de embarazo humano, desde la concepción hasta el parto, en un entorno robótico controlado.

Aunque aún en fase experimental y sin gestaciones humanas completadas, el anuncio ha capturado la atención global, destacando tanto sus potenciales beneficios como sus riesgos profundos. 

Antecedentes científicos de la ectogénesis

La ectogénesis, o desarrollo fetal fuera del útero materno, no es un concepto nuevo. Sus raíces se remontan a la década de 1920, cuando el biólogo británico J.B.S. Haldane acuñó el término en su ensayo “Daedalus; or, Science and the Future”, prediciendo que para el siglo XXI los nacimientos ectogénicos serían comunes.

En la práctica, la investigación moderna comenzó en los años 1950 con experimentos en animales, pero avances clave ocurrieron en 2017, cuando científicos de la Universidad de Pensilvania desarrollaron un “biobag” —un saco artificial lleno de fluido amniótico sintético— que sostuvo corderos prematuros durante cuatro semanas, permitiéndoles desarrollar pulmones y otros órganos de manera viable.

Este dispositivo imitaba el entorno uterino al proporcionar oxígeno, nutrientes y eliminación de desechos a través de un sistema similar al cordón umbilical. 

Kaiwa Technology se basa en estos precedentes, pero eleva la tecnología al integrar un útero artificial en un robot humanoide de tamaño real. Según Zhang Qifeng, el sistema utiliza un contenedor sellado con fluido amniótico artificial —una solución electrolítica que replica el líquido natural del útero, compuesto principalmente de agua, sales, proteínas y células fetales— para albergar el embrión.

Los nutrientes, oxígeno y hormonas se suministran a través de una manguera conectada que simula el cordón umbilical, mientras que sensores monitorean en tiempo real parámetros como el pH, la temperatura (mantenida en 37°C) y el ritmo cardíaco fetal.

El robot también incorpora inteligencia artificial para ajustar condiciones ambientales y detectar anomalías, asegurando un desarrollo “seguro y controlado”. Hasta ahora, los ensayos se han limitado a animales como corderos y cerdos, donde se han logrado gestaciones parciales exitosas, pero no se han reportado pruebas con embriones humanos completos. 

El proceso de concepción involucraría fertilización in vitro (FIV), donde óvulos y espermatozoides se combinan en laboratorio para crear embriones, que luego se implantan en el útero robótico.

Una vez allí, el feto crecería durante los 10 meses lunares típicos del embarazo humano (aproximadamente 40 semanas), culminando en un “parto” simulado, posiblemente mediante una incisión o mecanismo de extracción controlada.

Este enfoque podría eliminar riesgos asociados a embarazos humanos, como preeclampsia, diabetes gestacional o complicaciones en el parto, y ofrecer una solución para parejas infértiles, mujeres con úteros no funcionales o incluso personas solteras que deseen progenie. 

Detalles del proyecto y cronograma

El anuncio se realizó durante la World Robot Conference 2025, celebrada en Pekín del 13 al 17 de agosto, que atrajo a más de 1,000 expositores y se posicionó como la mayor exposición de robótica en la historia.

Kaiwa Technology, fundada por Zhang Qifeng —un ingeniero biomédico con experiencia en robótica y biotecnología—, planea lanzar un prototipo funcional en 2026, con un costo estimado por debajo de los 100,000 yuanes (alrededor de 13,900 dólares estadounidenses).

Esto lo hace accesible comparado con tratamientos de fertilidad tradicionales, que pueden superar los 50,000 dólares por ciclo de FIV en algunos países. La compañía afirma que la tecnología ya es “madura en laboratorios”, pero requiere aprobaciones regulatorias, y autoridades en la provincia de Guangdong ya están revisando marcos legales para su implementación. 

En el contexto más amplio de la conferencia, Kaiwa no fue el único innovador: la Academia China de Ciencias presentó GEAR, un robot de cría impulsado por IA que usa edición genética para acelerar la producción de semillas, destacando el impulso de China en la fusión de IA, robótica y biotecnología. 



Implicaciones éticas, legales y sociales

Aunque el proyecto promete revolucionar la reproducción —especialmente en China, donde las tasas de infertilidad han aumentado al 18% debido a factores como el envejecimiento poblacional y la contaminación—, ha generado un intenso debate.

Críticos argumentan que podría erosionar el vínculo materno-fetal, esencial para el desarrollo emocional y psicológico del niño, ya que estudios muestran que la interacción hormonal y física durante el embarazo influye en el apego postnatal.

Además, surge el temor a escenarios distópicos: la creación de “armadas de niños sin padres” para fines estatales, militares o comerciales, o la exacerbación de desigualdades, donde solo los adinerados accedan a esta tecnología. 

Desde el punto de vista legal, no existen regulaciones globales específicas para ectogénesis humana. En China, el proyecto podría chocar con leyes sobre bioética y clonación, mientras que organizaciones internacionales como la OMS y la UNESCO llaman a pausar avances hasta resolver cuestiones de consentimiento, identidad del niño y derechos reproductivos.

Expertos bioéticos, como el filósofo Julian Savulescu, han advertido que esto podría redefinir la humanidad, cuestionando si un bebé gestado en un robot es “natural” o si implica explotación tecnológica. 

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