La Tecla Mar del Plata
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La postal de la Ruta Nacional 226 en el ingreso a Mar del Plata se volvió un síntoma más del deterioro que atraviesan las trazas bajo la órbita de Vialidad Nacional. Pastizales que ya cubren guardarraíles y señalización, banquinas desdibujadas y un asfalto que muestra años sin trabajo encima conforman un escenario que inquieta a vecinos, transportistas y a quienes se preparan para la temporada de verano.
El retroceso en el mantenimiento es evidente. Desde que el Gobierno de Javier Milei paralizó obras a finales de 2023, el deterioro se aceleró y las tareas básicas dejaron de aparecer en escena. Sobre la 226, donde circulan diariamente trabajadores, estudiantes, productores y turistas, el crecimiento del pasto y la falta de limpieza ya representan un riesgo concreto. Nadie quiere decirlo abiertamente, pero los accidentes evitables están a la vuelta de la esquina.
La discusión se vuelve más política cuando se mira hacia las decisiones nacionales. El Ejecutivo libertario avanzó este año en el proceso de privatización de Corredores Viales S.A., la empresa estatal que administra, entre otras, la 226 que conecta Mar del Plata con Balcarce. Con una resolución del Ministerio de Economía publicada el 1 de septiembre, se habilitó formalmente la licitación para transferir la concesión a privados y disolver la empresa. Mientras ese trámite avanza, el mantenimiento quedó, literalmente, en el aire.
El espejo inmediato es Tandil. Allí, tras múltiples reclamos desoídos, el intendente Miguel Lunghi envió una carta documento a la empresa y, a la semana, las máquinas aparecieron en la traza urbana para cortar el pasto y ordenar las banquinas. La presión surtió efecto y abrió una pregunta inevitable en la política marplatense: ¿La Municipalidad de General Pueyrredon tomará una postura similar?
El malestar crece entre sectores productivos, turísticos y vecinales, que observan cómo la falta de tareas básicas puede convertirse en un problema serio en plena previa de la temporada. El abandono ya no pasa desapercibido. Lo que sigue por verse es si el Municipio presionará —como Tandil— para que la ruta vuelva a ser transitable, visible y segura.