15 de diciembre de 2025
PANORAMA
De la tormenta de Arroyo al desembarco libertario: radiografía de una década de poder en General Pueyrredon
Se cumplen diez años desde que el PRO destronó al vecinalismo en Mar del Plata. Un recorrido por los tres ciclos que definieron la política local: la turbulenta gestión del "hombre del piloto"; los seis años de Montenegro, definidos por la apertura y el desalambrado de la ciudad y su sostenida construcción política; y la actual transición hacia Agustín Neme, con dos años de La Libertad Avanza en la Casa Rosada. Entre la reconfiguración y las alianzas, la casta local subsiste y los nombres siguen siendo los mismos.
Corría diciembre de 2015 cuando Carlos Fernando Arroyo ingresaba al Palacio Municipal prometiendo orden y austeridad, poniendo fin a la era de Gustavo Pulti. Hoy, en 2025, el escenario político de General Pueyrredon ofrece un espejo fascinante de aquella época, aunque con colores diferentes. Ya no es el amarillo puro del PRO el que domina la escena, sino una fusión estratégica con el violeta de La Libertad Avanza. Diez años han pasado de gestión ininterrumpida de una fuerza que, con distintos matices y líderes, ha mantenido el control de la ciudad. La reciente licencia de Guillermo Montenegro para asumir su banca en el Senado bonaerense, tras encabezar la lista de la alianza oficialista en la Quinta Sección, ha comisionado el despacho principal de Luro e Yrigoyen en manos de Agustín Neme, marcando el comienzo de una nueva etapa que sintoniza directamente con el inicio del tercer año de mandato nacional de Javier Milei.
Para entender el presente de Neme y la consolidación del modelo actual, es imperioso mirar el espejo retrovisor. La gestión de Arroyo (2015-2019) fue el punto de partida y el laboratorio —a veces explosivo— donde se gestó la base de este proceso. Aquellos cuatro años estuvieron marcados por una relación tirante con la gobernación de María Eugenia Vidal y una macroeconomía que no acompañaba. Sin embargo, en los pasillos del municipio, muchos de los cuadros técnicos y políticos que hoy orbitan o sostienen la estructura actual, hicieron sus primeras armas o resistieron en la trinchera. Fue una etapa de "sinceramiento" de cuentas, según sus defensores, o de parálisis de gestión, según sus detractores. Lo cierto es que aquel gobierno dejó una impronta de austeridad forzada que, curiosamente, dialoga con el dogma de "no hay plata" que impuso Milei desde la Casa Rosada hace dos años.
El quiebre y la reconfiguración llegaron en 2019. Guillermo Montenegro, con un perfil mucho más político y cintura para la "rosca", logró lo que Arroyo no pudo: alinear a las tropas y establecer un canal directo de poder. Durante sus seis años al frente del Ejecutivo —los cuatro del primer mandato y los dos de este segundo ciclo interrumpido—, Montenegro construyó su liderazgo en base a la gestión de crisis. La pandemia fue su prueba de fuego, permitiéndole diferenciarse del gobierno provincial de Axel Kicillof y mostrar una autonomía que fue bien recibida por el electorado local. Fue en este período donde la figura del senador, ahora diputado, Alejandro Rabinovich se consolidó como el arquitecto en las sombras; hoy, conocedor absoluto de las botoneras y de los vasos comunicantes del municipio, le permiten al PRO afianzar alianzas que posibilitan la gobernabilidad en el Concejo Deliberante.
Lo interesante de este aniversario es observar la continuidad de los nombres propios; tropas de asalto sin músculo político propio y obsecuente a las terminales políticas. Así, si se revisan las nóminas de funcionarios de aquellos años y se las compara con las actuales, el reciclaje y la permanencia son evidentes. Secretarios que comenzaron en segundas líneas con Arroyo, ganaron protagonismo con Montenegro y hoy son pilares en la incipiente gestión interina de Neme.
Esta continuidad administrativa ha permitido que, a pesar de los cambios de estilo —del hermetismo de Arroyo a la apertura comunicacional de Montenegro—, la maquinaria municipal no se detuviera. Agustín Neme, quien participó de la campaña y tuvo cargos en la gestión Arroyo, creció políticamente bajo el ala de Montenegro defendiendo la gestión desde el Concejo y asume ahora el desafío de administrar General Pueyrredon. No es un outsider; es la continuidad pura del proyecto que comenzó en 2019, pero con el desafío de imprimirle impronta propia bajo la atenta mirada de los propios y del gobierno nacional libertario. Le toca administrar el legado de una década amarilla que, por supervivencia o convicción, se ha teñido de violeta.
Por eso, el contexto local actual no puede disociarse de lo que ocurre en Balcarce 50. Se cumplen dos años de la asunción de Javier Milei como presidente de la Nación, un bienio donde la "motosierra" reconfiguró el mapa de la coparticipación y la obra pública. Mar del Plata, ciudad termómetro si las hay, sintió el impacto del ajuste, pero también la sintonía ideológica en materia de seguridad y desregulación económica. Montenegro, con su pragmatismo habitual, supo leer que el electorado de General Pueyrredon abrazaba las ideas de la libertad. Su candidatura a senador provincial en este 2025, encabezando la lista de la alianza entre el PRO y La Libertad Avanza, no fue más que la naturalización de un acuerdo tácito que ya gobernaba en la práctica.
El desafío para el nuevo intendente interino no es menor: mantener la gobernabilidad en una ciudad que no perdona la inacción, gestionar la temporada estival en un contexto económico nacional desafiante y demostrar que la alianza electoral que llevó a Montenegro al Senado puede traducirse en gestión eficiente en el territorio. A diez años de la llegada del PRO, General Pueyrredon sigue siendo uno de los laboratorios políticos más fascinante de la provincia. Mar del Plata, de esta forma, demuestra que la política nunca se toma vacaciones; tiene vida propia y los ojos bien puestos en el horizonte que representan las elecciones de 2027.