La Tecla Mar del Plata
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El gobierno de Guillermo Montenegro volvió a patear para adelante la discusión más pesada del cierre del año: el Presupuesto 2026. Este martes ingresó al Concejo Deliberante un nuevo pedido de prórroga, el segundo consecutivo, para posponer la presentación del cálculo de recursos y gastos del próximo ejercicio. Y esta vez la fecha solicitada marca un límite casi simbólico: 31 de diciembre de 2025.
La solicitud no solo alcanza al Presupuesto de la Administración Central, los entes descentralizados y OSSE, sino también a las ordenanzas Fiscal e Impositiva, piezas indispensables para entender cuánto se piensa recaudar y cómo se piensa gastar. El combo completo quedó nuevamente en stand-by.
Desde el Ejecutivo justificaron la decisión con un argumento técnico: “Fundamos el pedido realizado en la conveniencia de terminar de analizar e incorporar la información de recursos provenientes de los distintos regímenes de coparticipación provincial que se pondrá a disposición de los municipios con la presentación del Marco Macrofiscal 2026, a realizarse el jueves 27 de noviembre”.
La explicación aparece prolija en el papel, pero no borra un dato político: es la segunda vez que el gobierno local recurre a la prórroga. La Ley Orgánica de las Municipalidades marca que el presupuesto debe presentarse antes del 30 de octubre, aunque habilita excepciones. La primera prórroga vencía el 30 de noviembre; ahora, con este nuevo pedido, busca estirar los tiempos hasta fin de año.
El movimiento no es inocente: con la línea de tiempo actual, toda la discusión quedará en manos de la nueva composición del Concejo, que asumirá el 10 de diciembre. Para entonces también se concretará el recambio en el Departamento Ejecutivo: Montenegro asumirá como senador bonaerense y Agustín Neme quedará a cargo de la intendencia.
En los pasillos del Concejo ya se habla de una “transición con presupuesto fantasma”, una estrategia repetida pero efectiva: evitar el desgaste del debate político ahora y dejarle la herencia a los que llegan. Nadie lo dice abiertamente, pero todos lo entienden: el presupuesto 2026 será, casi con seguridad, la primera gran pulseada del nuevo gobierno.