Argentina
Sábado, 4 mayo 2024
OPINIÓN
21 de abril de 2024

Seguridad pública: ser o no ser

Seguridad pública: ser o no ser - La Tecla Mar del Plata

Nada descubrimos si comenzamos estas líneas diciendo que la seguridad y la lucha contra el narco en esta nuestra provincia, a nivel general, dista mucho de ser la correcta y adecuada.
 
Nada decimos de nuevo, si comentamos en lugar de analizar, que hasta hace poco los organismos del estado nacional que debían atender estas problemáticas también a nivel nacional se hallaban dormidos, o aceptaban pastillas para dormir de manos de gente interesada, y que, acurrucados junto a parte de la política, la justicia y de algunas policías, roncaban en concierto.
 
Nada, poco, o poco y nada, encontramos de bueno en todas las gestiones ministeriales de seguridad de los últimos veinte años en la provincia, las que por incompletas o tibias en su accionar, no supieron, no quisieron, no se atrevieron, o no tuvieron la inteligencia de reformar o refundar el brazo policial acorde a la profesionalización que hoy en día esa actividad necesita.
 
Algunas de esas gestiones, creyendo que hacían algún tipo de políticas de seguridad, compraban vehículos patrulleros en cantidad como para una policía de 200 mil efectivos y no de 90 mil como llegó a tener, haciendo ingresar en manada a la “fuerza policial” alguna gente “a la fuerza”, que no cumplían con los mínimos requisitos y condiciones de aceptabilidad. Más policía es más seguridad decían, pero ni ellos lo creían. Otra gestión siguiente que iba a dar “lucha frontal contra las mafias y el narco”. En esa lucha contra esta última, derribaba ranchos de ladrillo hueco y techo de chapa, cual empresa de demoliciones, a los que llamaban bunkers, queriendo hacer de esto un índice de éxito que no figura en ninguna literatura seria de la lucha internacional contra el narcotráfico. Para no ser menos, la que le siguió, de actitudes payasescas y con un fin político de posicionamiento de persona por detrás, con un señor imbuido en una autoridad que creía tener y que le fue acomodada mediante un par trompadas por colectiveros justicieros, prometía hacer egresar 20 mil policías por año para darle seguridad a la provincia, sin entender algo de seguridad pública o mintiéndonos, ya que un buen hombre policía tarda efectivamente dos años en formarse profesionalmente.
 
Todos fueron funcionarios.
​​​Entendiéndose como tal ser funcionales a sus propios intereses políticos, y no servidores públicos que debían hacer lo que se debía hacer. Algunas de esas administraciones ministeriales con mejores o mediocres equipos profesionales de seguridad, otras con improvisados familiares y amigos en gestiones que les eran desconocidas. El amiguismo familiar funcionario es proporcionalmente inverso a los resultados positivos en materia de seguridad.
 
Ninguna de esas administraciones le habló claro a la sociedad, algunas ni siquiera hablaron, diciendo con que material humano, logístico y económico se contaba para encarar la dura tarea. Ninguna dio a conocer el Plan Integral de Seguridad para la provincia explicando cual sería el foco de la lucha multidimensional, y que objetivos se tratarían de alcanzar. Lo que es peor aún, ninguna comunicó o comunica su accionar, logros y problemas, por canales segmentados de comunicación para llegar a distintos públicos de la sociedad. Es decir, alejaron o no supieron acercar la institución policial a la gente. La policía no está, gracias a las malas gestiones, en la buena consideración de la gente etc etc 

 
En suma, ninguna gestión ministerial de las últimas décadas tuvo más aciertos que errores que inclinaran la balanza hacia la normalidad operativa y exitosa, por lo cual vale decir, que ningún ministro de seguridad y su equipo, entregaron a su sucesor una mejor policía o seguridad pública que la que recibieron.
 
En ese contexto nos dejaron una escasa proporción de policías profesionales formados y capacitados de verdad, y una gran cantidad de gente que por necesidad se uniformó de policía, pero que no se sienten como tales, y donde la droga fluye sin problema, donde la cocaína y papelitos varios y de opioides sintéticos transitan la calle, sin que veamos que nuestros uniformados de la provincia de buenos aires, o policía bonaerense, o FBA o como diera en llamarse, en su justa medida, secuestre en operativos, las toneladas de esas viles sustancias que se trafican casi abiertamente ante ojos parcial o totalmente cerrados. Todos saben dónde está, pero nadie quiere ir……decía el refrán.
 
Hoy estamos así, nadando en un mar de drogas ilícitas que nos refleja a Rosario, que a su vez se convierte en ciudad espejo de la Medellín de los años 80, pero con un gran Buenos Aires más prolija en el negocio entre narcos y malos policías. Menos cadáveres, menos olas, mejor negocio. 
 
Ser o no ser, o el dolor de ya no ser. Esta provincia tuvo otrora, con sus serias limitaciones económicas siempre, una de las policías más profesionales del país. Hombres que, sin móviles patrulla en condiciones, sin cubiertas ni frenos, sin combustible, recargados en horarios de trabajo, mal pagos, sin comunicaciones y sin cámaras de CCTV, eran más efectivos en porcentaje en cuanto a investigaciones e inteligencia criminal, que lo que vemos hoy.
Aquí estamos, y mal vamos.
 
Jorge Luis Vidal, Ph.D 
Analista en Inteligencia Delictual 
Especialista en gestión de la seguridad pública y lucha contra el Narcotráfico, en Medellín Colombia y Buenos Aires



 
 

 

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