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Martes, 28 octubre 2025
Argentina
28 de octubre de 2025
POLÉMICA

La reflexión “gorila” de Raverta tras la derrota peronista

La referente de General Pueyrredon, con un historial de fracasos electorales a cuestas, ofreció una autopsia política post 26 de octubre donde la única responsable es la ciudadanía, y no el personalismo voraz que antepone el cargo a la causa. Lejos de abanderar una necesaria catarsis, ha optado por un movimiento de manual: la negación absoluta de la responsabilidad dirigencial.

La reflexión “gorila” de Raverta tras la derrota peronista
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El peronismo de General Pueyrredon no solo sufrió una derrota aplastante el pasado 26 de octubre, sino que debió soportar la humillación de una autopsia política dictada por su propia mariscal de la derrota: Fernanda Raverta. Lejos de entonar el mea culpa que las bases y la militancia esperaban tras la paliza de La Libertad Avanza, la principal referente local y flamante Senadora provincial —cargo que consiguió hace un mes en su tercera derrota frente a Guillermo Montenegro—, escogió un camino tan previsible como irritante: responsabilizar a la sociedad por sus propios malos resultados.

En diálogo con Canal 10 y desde la sede del PJ local, las declaraciones de Raverta son un monumento a la desconexión. Ante la necesidad de una reflexión interna, la dirigente peronista —que con su marido, Pablo Obeid, conforma una dinastía marital que monopoliza los cargos desde hace años— invierte la carga de la prueba. Así, se despachó con un discurso que desnuda la soberbia de la cúpula. Eludió el concepto de "clase política" –que le incomoda tanto como el mote de "casta" que ella y su entorno encarnan a la perfección con la permanente rotación de cargos– y desvió el foco. Para ella, el fracaso se explica por el ausentismo y por la supuesta "trampa" de la Boleta Única de Papel (BUP), que habría atemorizado a los votantes. Un argumento insostenible que minimiza la capacidad de la gente y, de paso, desliza una crítica solapada a la labor de sus propios fiscales, encargados de asistir y "explicar cómo votar" en cada mesa.

La maniobra discursiva es clara: diluir la responsabilidad propia en el anonimato del votante. La ciudadanía tiene una "responsabilidad enorme" por elegir a Montenegro o por apoyar al actual Gobierno nacional. Pero lo que Raverta omite es la propia responsabilidad de una conducción que hace más de un lustro viene encadenando derrotas en el distrito, y que ante la falta de autocrítica genuina, utiliza los cargos del Estado para asegurar su supervivencia política.

El intento de Raverta de eludir el incómodo concepto de "clase política" y reemplazarlo por el de "militantes" resulta cínico cuando se contrasta con su propia historia y la de su entorno. Una vez más, la referente que dice combatir la "casta" está ella misma enraizada en una lógica de reparto familiar y blindaje de espacios, cerrando el juego a la renovación que las bases peronistas claman desesperadamente. La crítica a La Libertad Avanza por la "casta" se estrella contra su propia realidad: una pareja que se turna en el Senado y el Concejo Deliberante, usando el peronismo como un simple trampolín personal.

El mensaje es brutal: "La sociedad también tiene su responsabilidad", espetó, para luego rematar con una sonrisa irónica: "la sociedad se hace cargo de lo que vota". Es un acto de profunda desconexión con el sentimiento popular. Se posiciona como una espectadora crítica, "gorila", que observa desde arriba las supuestas malas decisiones del electorado, en lugar de reconocer que un partido que lleva diversas derrotas seguidas con el mismo rostro, el suyo, y que privilegia el enroque de puestos entre sus íntimos, pierde la credibilidad y la capacidad de seducción.

El peronismo marplatense no solo perdió en las urnas, sino que ha perdido la oportunidad de redimirse con sus votantes. Mientras la militancia exige liderazgos capaces de interpelar a las mayorías, Raverta se aferra al relato de que ella, personalmente, no falló. Su anunciado deseo de seguir presentando su "propuesta" a futuro solo genera más enojo en las bases, hartas de que la cúpula se perpetúe a costa de la derrota. El divorcio entre la dirigente y el pueblo está consumado, y las declaraciones de Ravera solo lograron profundizar la herida de la derrota y el enojo de las bases que, hastiadas de la "dinastía" y los "mariscales de la derrota", reclaman dirigentes que, de una vez por todas, dejen de culpar al pueblo y empiecen a ser genuinamente peronistas.

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