La Tecla Mar del Plata
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La presentación del informe “Pobreza y desigualdades educativas en la niñez y adolescencia en Mar del Plata (2017–2024)” terminó funcionando como una radiografía incómoda: en la ciudad, crecer es un factor de riesgo. La investigación —realizada por el Observatorio Universitario de la Ciudad de la Universidad FASTA junto al Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA-UCA)— dejó al descubierto que la pobreza entre niños y adolescentes no sólo no retrocede desde 2017, sino que se profundiza en cada crisis.
El encuentro se realizó en el Auditorio Emilio Botín y reunió a investigadores, autoridades, especialistas y medios locales. La exposición central estuvo a cargo de tres referentes del análisis social: Agustín Salvia (director del ODSA-UCA), Ianina Tuñón (coordinadora del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la UCA) y Gabriel Coronello Aldao (director del Observatorio Universitario de la Ciudad de FASTA).
Más allá de los gráficos, la lectura fue unánime: la desigualdad infantil dejó de ser una advertencia para convertirse en una constante. El informe muestra que la brecha entre la pobreza infantil y la del resto de la población se mantiene en dos dígitos desde hace siete años, y se ensancha cada vez que la economía se sacude. La pandemia fue un quiebre; la inflación de 2023, otro. La ciudad sigue sin un mecanismo capaz de amortiguar ese impacto.
El estudio, firmado por Eduardo Donza, Ianina Tuñón, Julieta Vera, Santiago Cueto y María Eugenia Florio, bajo la coordinación de Coronello Aldao y la asesoría académica de Salvia, no se limita a los ingresos. La educación aparece como el territorio donde se ve, sin filtros, cómo se reproduce la desigualdad. Inasistencia, rezago y climas educativos bajos se acumulan sobre todo en hogares donde conviven pobreza económica y adultos con trayectorias educativas incompletas.
El nivel inicial vuelve a aparecer como el eslabón más frágil: no sólo por las dificultades de acceso en los barrios más postergados, sino porque incluso en sectores no pobres persisten barreras de cobertura. En la secundaria, la historia se reescribe con otros tonos: no falta oferta, falta permanencia. Sobreedad, repitencia y desenganche son fenómenos que golpean sobre todo a adolescentes que viven en hogares con ingresos inestables y adultos sin secundario completo.
La paradoja queda expuesta: Mar del Plata muestra indicadores educativos y sociales mejores que el promedio nacional, pero al mismo tiempo reproduce las mismas grietas estructurales. Una ciudad que se promociona como polo educativo convive con un sistema que no logra garantizar trayectorias estables para su población más joven.