Hernán Mourelle: La historia del funcionario que le restó a Arroyo

Llegó a la ciudad para ocupar el mayor cargo en la secretaría de Economía y Hacienda, el mismo puesto que dos personas ya habían ocupado antes que él. Enviado por Hernán Lacunza, asumió como funcionario de Carlos Fernando Arroyo el 22 de septiembre de 2017, y desde ahí protagoniza la no política de la gestión actual.

 

El objetivo de su traslado fue claro: acomodar las finanzas del Municipio, y tan a pecho se lo tomó que olvidó rápido su palanca política. Muchas veces el Ejecutivo actuó de manera contraria a la que la Gobernación Provincial sugería, y eso evidentemente lo alejó de Lacunza. En diálogo con este medio, Mourelle reconoció su distanciamiento con el los funcionarios provinciales.

 

Supo hacer las cosas de forma tal de ganarse el respeto, el oído y la sumisión del Intendente Carlos Arroyo, quien en varias oportunidades respaldó y defendió al “Licenciado en Economía, tiene varios másters realizados”. “Es el mejor secretario de Economía y Hacienda que conozco”, dijo en varias oportunidades.

 

Su forma de ser y hacer, estuvo presente desde sus primeros días. Con un discurso que según él, “le gusta a los marplatenses” comenzó a ganarse más enemigos, que amigos. Los días van pasando, y con ellos crecen los adjetivos descalificativos que el señor de Lanús recibe en diferentes sectores de Mar del Plata.

 

El primer enfrentamiento lo tuvo con el Sindicato de Trabajadores Municipales, quienes a dos meses de su llegada lo tildaron de “fascista y dictatorial” por el atraso de pago de los salarios.  Unos días más tarde, en una conferencia de prensa donde estuvo todo el Gabinete, el Ejecutivo comunicó el inicio de un sumario administrativo contra 20 agentes pertenecientes al Sindicato de Trabajadores Municipales que cobraban sus sueldos sin prestar tareas ni concurrir a los lugares de trabajo.

 

De forma simultánea, Mourelle hizo declaraciones en contra de la empresa 9 de Julio, la encargada de la recolección de residuos en toda la ciudad. “Esta empresa, que viene de la anterior gestión, es una cáscara, no tiene ningún respaldo patrimonial” aseguró, pero un año más tarde se olvidó de eso y  durante el 2018 le aumentó 3 veces el canon a la empresa, el último fue durante el verano y gracias a él la empresa cobra 105 millones de pesos por mes.

 

 

En estos 18 meses que lleva como funcionario de Arroyo, Mourelle vivió momentos de tensión y agresión. El primero fue en la puerta de su despacho. Unos cooperativistas lo increparon, insultaron y golpearon por una deuda que les dijo, no iba a saldar.

 

Siempre las escenas de agresión son las mismas. El secretario pasa caminando, frente a grupos de personas que están reclamando por alguna decisión que él tomó. Se gana los insultos, y frente a su tranquilidad, los manifestantes se enojan más aún hasta insultarlo o “golpearlo”. Es que si algo aprendió Mourelle es a provocar.

 

El presupuesto 2018, junta a la Ordenanza Fiscal e Impositiva se aprobó el 27 de abril del 2018, con un aumento del 22% respecto al año anterior. La ordenanza Complementaria al día de la fecha, y con denuncia del Tribunal de Cuenta en el medio, no fue presentada ni aprobada por el HCD. El mismo camino corre el presupuesto y las ordenanzas de este año. “No es necesario presentarla, así que no la voy a presentar” repite una y otra vez con altura y calama el Secretario cuando alguien de la oposición o el oficialismo le consulta por el tema.

 

Una seguidilla de conflictos con las tasas comenzaron.  Los Caminos Rurales, por los Servicios Urbanos y hasta con los presidentes de los clubes profesionales de la ciudad a los que calificó diciendo públicamente: “son todos unos chantas”.

 

Si de desautorizaciones se trata,  Mourelle tiene master. Se atrevió a hacerlo no solo el presidente del HCD (por el rencasillamiento, la descalificación pública a su persona), sino también con Carlos López Silva (por el canon de los clubes) y hasta con la mismísima gobernadora Vidal.

 

Mientras tanto, la lista de enemigos continúo creciendo: los Concejales “que no hacen nada”, sus asesores “que no sirven para nada”, los empleados del HCD a quienes no quería recomponerles sus salarios por categoría.

 

La lucha de Mourelle se convirtió en personal y contra el Honorable Concejo Deliberante. “no sirve ninguno de los que están ahí”, dijo en varias oportunidades, en OFF, claro. De cada Bloque político tuvo siempre cosas que decir, y siempre hizo hincapié en los radicales y la complicidad que tienen desde años con sectores “privilegiados” de la ciudad. Los últimos que tuvo en la mira fue los empresarios teatrales.

 

A pesar del pedido explícito que la gobernadora María Eugenia Vidal le hizo, mediante carta al Intendente para que los empresarios estén exceptuados de abonar las tasas municipales; Mourelle hizo oídos sordos (y por ende Arroyo también) y entre declaraciones públicas de los empresarios y los actores, ejecutaron los pagos. Fue el HCD, por decreto de presidencia el que destrabó el conflicto con el “compromiso de Arroyo de no vetar el decreto”.

 

La provincia tuvo que salvarle las papas en varias oportunidades, primero con la llegada del CEAMSE, y más tarde con la Mutual de los Guardavidas cuando el funcionario, que pareciera tener más voz y poder que el mismísimo Carlos Fernando Arroyo, decidió no renovarle el contrato a los Guardavidas de la Mutual. Los incorporó la gobernación de Vidal.


En todas, absolutamente todas las acciones de Mourelle se ve la misma intención: recaudar. Cueste lo que cueste. Menos en una denuncia que recibió. Los primeros días de septiembre de 2018 fue denunciado por una empleada municipal, Daiana Siano, por acoso sexual. “Es una acusación que no tiene fundamento ni responde a la verdad, lo denunciado es una creación en la mente de esta chica” declaró en su momento el secretario, aunque el tema ya está en la Justicia, y fueron varias las personas cercanas al Intendente municipal que debieron ir a declarar.

En este contexto, Concejales de la oposición y de la UCR, que de un tiempo a esta parte en muchos temas es parte de la oposición, pidieron que Arroyo separe al funcionario del cargo, pero para sorpresa de muchos, el Intendente municipal ratificó su confianza en el Secretario y aseguró que Mourelle es inocente, hasta tanto la Justicia no determine lo contrario.

 

Más tarde comenzó el round con los docentes municipales, a quienes les quitó una bonificación que cobran desde hace más de 20 años. El tema también se judicializó, y aún hoy no tiene resolución.

Lo cierto es que con el afán de “acomodar las cuentas municipales” el funcionario de Arroyo, decidió ahorrar unos pesos quitándole en algunos casos hasta el 50% de los salarios a los trabajadores. Fue citado varias veces al HCD a dar explicaciones, junto al Secretario de Educación, pero no hicieron más que chicanear y dar explicaciones vagas. A pesar que los docentes intentaron, entre insultos y gritos, explicar la magnitud del problema, Mourelle nunca supo escuchar.

 

A Mourelle le queda poco tiempo en la ciudad. Eso se sabe. Hay quienes dicen que el buen político no es solo el que crea conflictos, sino también el que sabe recomponer, y levantar su figura, en la búsqueda de soluciones. Mourelle es el ejemplo de todo lo contrario.

 

El Secretario de Hacienda sabe que la mitad de los votantes de su gestión, hoy gracias a sus acciones, cargadas de soberbia, no volvería a elegir al Intendente Arroyo para que continúe en el sillón del despacho principal del municipio.

 

Frente a tantas situaciones generadas por Mourelle, que no tienen explicaciones, se generaron varias hipótesis para entender el porqué de su accionar. Una es que el señor, con su forma de ser, absolutamente criticable, trata de ser aliado del Intendente para acomodar las finanzas del municipio; mientras que otra teoría es que esa es la excusa para cumplir con el objetivo  real por el cual fue mandado: terminar de destruir la imagen del Jefe político de la ciudad, y es exactamente lo que está haciendo desde que llegó a la ciudad.