3 de junio de 2025
CRISTINA KIRCHNER
De presidenta a diputada provincial: ¿maniobra desesperada o descenso en la escala política?
La ex mandataria, una de las figuras más influyentes de la política argentina será candidata a diputada por la Tercera Sección electoral. La decisión es interpretada por algunos como un salvavidas judicial; y por otros como un retroceso político.

Por Araceli Gramajo
Cristina Kirchner, una de las figuras más influyentes y polarizantes de la política argentina contemporánea, ha ocupado los más altos cargos ejecutivos y legislativos del país. Fue presidenta durante ocho años, senadora y diputada nacional, y presidenta del Partido Justicialista (PJ) a nivel nacional. Su decisión de candidatearse a un escaño en la Legislatura bonaerense, un cargo de menor jerarquía institucional, resulta llamativa y ha sido interpretada por críticos como un retroceso político.
Como señalan algunos usuarios punzantes en X, “Cristina va bajando de categoría, ahora va por un lugar en el Legislatura en La Plata y la próxima en el consejo de administración del edificio donde vive”, reflejando una percepción de que esta candidatura podría ser vista como una maniobra desesperada o una caída en relevancia.
El contraste es evidente: pasar de liderar el Ejecutivo nacional a competir por una banca provincial en una sección electoral, aunque populosa y estratégica como la Tercera, implica un cambio drástico en el alcance de su influencia directa. La Tercera Sección, que incluye municipios clave como La Matanza, Lomas de Zamora, Quilmes y Avellaneda, es un bastión histórico del peronismo, con cerca de 5 millones de electores. Sin embargo, el cargo de diputada provincial está lejos de ofrecer el poder y la visibilidad de los roles nacionales que Cristina ha ostentado. Esto lleva a preguntarse: ¿es esta candidatura un acto de compromiso con el peronismo o una estrategia para mantenerse relevante en un contexto adverso?
Contexto político: La interna peronista y el desdoblamiento electoral
La candidatura de Cristina se da en el marco de las tensiones internas del peronismo bonaerense, especialmente con el gobernador Axel Kicillof, quien decidió desdoblar las elecciones provinciales (7 de septiembre) de las nacionales (26 de octubre). Esta decisión, criticada por Cristina, generó fricciones, ya que ella y sectores de La Cámpora abogaban por elecciones concurrentes para maximizar el impacto electoral del peronismo. Cristina argumentó que un mal resultado en septiembre podría perjudicar las chances del peronismo en octubre, no solo en Buenos Aires sino a nivel nacional: “¿Alguien concibe que si al peronismo no le va bien en septiembre, en el bastión del peronismo, nos puede ir bien en octubre?”.
Su postulación parece responder a una estrategia para fortalecer la competitividad del peronismo en la Tercera Sección, donde se renuevan 18 bancas legislativas, y evitar una derrota que debilite al PJ frente a La Libertad Avanza de Javier Milei. Sin embargo, esta jugada también puede interpretarse como un intento de mantener el control sobre el armado electoral y contrarrestar la autonomía de Kicillof, con quien mantiene diferencias notorias. La reunión de Cristina con intendentes camporistas y el llamado a la unidad del peronismo, argumentando que “el enemigo es Milei” y no Kicillof, sugieren un esfuerzo por recomponer la cohesión interna, pero no disipan las sospechas de una puja por el liderazgo.
Críticas a la candidatura: ¿Fueros o estrategia política?
Una de las críticas más recurrentes a la candidatura de Cristina es la sospecha de que busca obtener fueros legislativos para protegerse de posibles consecuencias judiciales, particularmente en la causa Vialidad, donde fue condenada en doble instancia y espera un fallo de la Corte Suprema. Aunque Cristina ha desestimado estas acusaciones, afirmando que “presa o muerta, nada puede detener las decisiones que vos tenés que tomar”, la percepción de que los fueros son una motivación central persiste en sectores opositores.
Otra crítica apunta a la incongruencia de su trayectoria “quien fue Papa no vuelve a ser Cardenal”, sugiriendo que descender a un cargo provincial podría ser visto como una humillación o una admisión tácita de que su capital político ya no alcanza para roles nacionales de mayor envergadura. Para Milei Cristina “arrugó” al no postularse como diputada nacional, optando por un terreno más seguro como la Tercera Sección. Esta percepción se ve reforzada por el hecho de que, a pesar de su influencia, el kirchnerismo enfrenta un contexto electoral complicado, con un Milei fortalecido y un peronismo fragmentado.
Implicancias y desafíos
La candidatura de Cristina tiene el potencial de movilizar al electorado peronista en la Tercera Sección, donde el PJ ha dominado históricamente, como lo demuestran los resultados de 2023, cuando Unión por la Patria obtuvo el 51,54% de los votos frente al 22,79% de La Libertad Avanza y el 21,15% de Juntos por el Cambio. Su presencia en la boleta podría traccionar votos para otros candidatos y consolidar el control peronista en la Legislatura bonaerense. Además, su campaña se perfila como una plataforma para confrontar directamente al gobierno de Milei, al que calificó como “una derecha anti-Estado, muy cruel y algo esotérica”, según su primer spot de campaña: “Donde Milei recorta, Cristina protege; donde él destruye, ella reconstruye”.
Sin embargo, los desafíos son significativos. La interna con Kicillof podría derivar en listas separadas, debilitando al peronismo frente a una oposición libertaria que, aunque con menor estructura territorial, ha mostrado capacidad de captar votos en el conurbano. Además, la fragmentación del voto peronista, sumada a un posible ausentismo electoral, como el que Cristina misma destacó como “disonante” en elecciones recientes, podría complicar los resultados. Por último, el impacto nacional de su candidatura dependerá de su capacidad para articular un discurso que trascienda la Legislatura provincial y posicione al peronismo como alternativa frente a Milei en 2027.