2 de julio de 2025
ELECCIONES 2025
El nuevo padrón y la vieja política: el voto joven desafía las estrategias tradicionales
Con la cuenta regresiva hacia el cierre de alianzas y listas, el peso electoral de los menores de 45 años se proyecta como una de las claves de las elecciones provinciales y nacionales. Hijos del siglo XXI, del algoritmo y del trabajo digital, reclaman otra forma de hacer política y obligan a repensar discursos, liderazgos y campañas.

A una semana del cierre de alianzas del 9 de julio, y a solo 17 días del cierre de listas para las elecciones provinciales, el escenario político comienza a definirse bajo una tensión silenciosa: la irrupción generacional en el padrón electoral. Según datos oficiales de las PASO 2023, el 46% del electorado tiene menos de 40 años. Y la tendencia demográfica indica que ese número seguirá creciendo en los próximos turnos electorales. En otras palabras: casi la mitad del padrón ya no se identifica con los marcos que definieron a la política argentina en los últimos 40 años.
Este sector del electorado, que comprende a los nacidos desde principios de los ochenta, no solo creció en democracia, sino que también en los albores del siglo XXI: en la era del algoritmo, el trabajo freelance, las apps de delivery, la inteligencia artificial, el multitasking y la globalización. Hijos del cambio tecnológico, su modo de producir, consumir e informarse está atravesado por la digitalización, y eso impacta de lleno en cómo se relacionan con la política.
No es casual que todos los partidos hayan profesionalizado sus equipos de comunicación digital: los community managers (CMs) ya son parte estructural de cualquier armado electoral. La política se juega en reels, posteos virales y transmisiones en vivo. La popularidad digital es una nueva forma de capital político, y los discursos tradicionales pierden eficacia ante un electorado que demanda interpelaciones más directas, emocionales y ágiles.
Pero la cuestión va más allá del formato: hay también un desencanto con la política tradicional. Muchos jóvenes no militan en partidos, pero sí se movilizan por causas concretas, siguen influencers políticos o forman parte de colectivos que actúan desde lo cultural o lo ambiental. Están politizados, pero en sus propios términos. Y eso representa un desafío enorme para las estructuras clásicas, que suelen tener dificultades para leer esos códigos.
Este cambio generacional, sin embargo, no garantiza una dirección política unívoca: no se trata de un voto homogéneo. La volatilidad electoral, el voto disruptivo y la demanda por “representar lo nuevo” son marcas de época. Por eso, leer al padrón joven no es solo una necesidad estadística; es, cada vez más, una clave de supervivencia electoral.
En un contexto de incertidumbre económica y aceleración política, con una campaña que todavía no termina de despegar, el comportamiento del voto joven será una de las grandes incógnitas de las elecciones 2025. Y también una advertencia: quienes no entiendan sus demandas ni sus lenguajes, corren el riesgo de hablarle a un país que ya no existe.