13 de noviembre de 2025
VICTOR VIOLINI
"Si no se invierte en educación y acompañamiento, el ciclo no se rompe nunca"
El presidente del Tribunal de Casación Penal bonaerense, Víctor Violini, lidera un proyecto interdisciplinario que marcará un antes y un después en los institutos de menores de la Provincia.

Víctor Violini, presidente del Tribunal de Casación Penal bonaerense, impulsa una causa que hace más de trece años órbita en la Justicia y que derivó en un proyecto interinstitucional para relevar y mejorar los institutos de menores de la Provincia. La iniciativa, que reúne a representantes de los tres poderes del Estado, la Comisión por la Memoria y distintos ministerios, busca detectar y resolver falencias edilicias, sanitarias (atención y asistencia de médicos, enfermeros y psicólogos) y de funcionamiento. A su vez, promueve un debate más amplio sobre la responsabilidad del Estado en materia de infancia y
juventud.
- ¿De qué trata la causa que viene impulsando?
—Es una causa que hace unos trece años está en el Tribunal y todavía no tiene
resolución. Pasó por distintas salas, fue a la Corte Suprema, volvió, y así varias veces. La Corte pidió nuevas medidas, peritajes y evaluaciones, y de ahí surgió la idea de armar talleres en los que participen representantes del Poder Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial, la Comisión por la Memoria, la Fiscalía y la Defensoría. No es un juicio, sino un espacio para encontrar soluciones concretas a los problemas que presentan los institutos de menores.
-¿Cuáles son esos problemas que buscan abordar?
-Tenemos que visitar todos los institutos de menores de la Provincia de Buenos Aires, más de cincuenta en total. El trabajo lleva tiempo: estamos empezando por los de La Plata. Se hacen inspecciones con una jueza de menores, la doctora Boto, junto a personal de la Comisión por la Memoria, Derechos Humanos de la Corte, legisladores, fiscales y agentes del propio instituto. Allí se detectan necesidades que van desde lo más básico, como la comida o el agua, hasta lo edilicio.
-¿Cómo continúa el proceso después de las inspecciones?
-Después de cada visita realizamos un taller. Allí se exponen las falencias, se debaten los hallazgos y se priorizan los temas más urgentes. Por ejemplo, en un instituto detectamos que la bomba presurizadora para incendios no funcionaba. Eso es algo que se puede resolver rápido: o se arregla o se compra una nueva. En otros casos, los arquitectos informan la falta de escaleras de emergencia o de infraestructura básica. Lo urgente se ordena de inmediato; lo más complejo se coordina con el Ministerio de Infraestructura. La idea es actuar dinámicamente, no esperar a que el expediente vuelva a dormir.
-Más allá de la infraestructura, ¿qué otras falencias encontraron?
-El mayor problema es la falta de profesionales en salud. Cada instituto debería tener un médico, un enfermero y un psicólogo, porque la mayoría de los chicos está atravesada por el consumo de drogas. Muchos cometen delitos para conseguir plata y comprar droga. Sin una red de contención médica y psicológica, no hay salida posible. Por eso fuimos a hablar con los decanos de Medicina (Juan Basualdo) y Psicología (María Piro), y con el ministro Nicólas Kreplak. Nosotros, desde el Tribunal, podemos dictar una orden, pero si la Provincia no tiene los recursos para cumplirla, es imposible. Por eso buscamos soluciones que sean realizables, no utópicas.
-¿Qué papel cumple la articulación entre los tres poderes del Estado?
-Hoy estamos trabajando muy bien con el Ejecutivo y el Legislativo, y también con áreas del propio Poder Judicial. Intervienen los bomberos del Ministerio de Seguridad, Infraestructura, Niñez y Adolescencia. El enfoque es conjunto.
No tiene sentido dictar resoluciones que después no se puedan cumplir. Si falta una bomba o una escalera, se pide que se instale de inmediato. Si hay que hacer una obra más grande, se gestiona con las áreas competentes. El objetivo es que cada paso tenga un resultado concreto.
-¿Por qué considera que estas fallas se repiten en el tiempo?
-Porque es un engranaje que gira sobre los mismos problemas: pobreza, falta de educación, desintegración familiar y consumo. Los chicos no van al colegio porque no tienen para almorzar o porque sus padres no los mandan. Muchos crecen en la calle, donde tienen más acceso a la droga que a la escuela. Y eso se repite de generación en generación. Si no se invierte en educación y acompañamiento, el ciclo no se rompe nunca.
-¿Cuánto tiempo llevará completar el relevamiento en toda la provincia?
-Por lo menos un año. Es un trabajo largo: se inspecciona, se elabora el informe, se hace el taller y se ejecutan las medidas urgentes. Se inspecciona un instituto y luego se vuelve, se presentan los resultados y se decide qué puede resolverse rápido. Si falta una bomba presurizadora o una escalera, se ordena instalarla ya. Son cosas simples, pero que pueden salvar vidas.
-¿Cómo evalúa la situación general de la provincia?
-La provincia de Buenos Aires es enorme y siempre estuvo en una situación
complicada. Hoy el gobernador Axel Kicillof está haciendo lo que puede con los recursos que tiene, pero la falta de fondos se siente en todos los niveles.