La Tecla Mar del Plata
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El martes dejó una doble función en el recinto del Concejo Deliberante: primero la sesión de despedida para los ediles que cerraban su mandato y después la preparatoria que puso en escena a los nuevos ocupantes de las bancas. Dos plenarios formales, cargados de discursos, fotos y protocolares golpecitos en la espalda. Pero en ambos hubo un detalle imposible de disimular: una silla vacía que pesó más que varias presencias.
El gran ausente fue el intendente interino, Agustín Neme, que decidió no pasar por el Concejo para despedir a sus ex compañeros. El faltazo cayó pésimo en el oficialismo, donde algunos lo digirieron con acidez. “No tiene tiempo para venir, pero sí para sacarse fotos en la inauguración del Hard Rock Café”, murmuraban con ironía en los pasillos, marcando que el malestar no es solo por el gesto, sino por la señal política que envía en pleno arranque de su interinato.
La jornada, que debía ser un simple trámite institucional, terminó exponiendo tensiones internas y el desconcierto sobre el rol que pretende jugar Neme desde el Ejecutivo. En el Concejo toman nota: en política, las ausencias también hablan.
Enroque en puerta: Baragiola vuelve al Concejo y Liceaga Viñas asume Desarrollo Social
En la rosca del oficialismo ya nadie lo disimula: todo está dado para un enroque simultáneo entre el gabinete municipal y el Concejo. La pieza que mueve el tablero es Vilma Baragiola, que dejará la Secretaría de Desarrollo Social para volver a ocupar su banca en el cuerpo deliberativo. Su regreso, previsto desde hace semanas pero acelerado por la transición interna, desata una reconfiguración inmediata en el área más sensible del Ejecutivo.
Con Baragiola nuevamente en el recinto, quien quedaba cubriéndola durante su licencia pasará directamente a manejar la cartera. Así, Ricardo Liceaga Viñas será confirmado al frente de Desarrollo Social dentro del nuevo esquema que se arma para acompañar el interinato de Agustín Neme.
La Libertad Avanza acompaña, pero sin cogobierno: la señal detrás de la elección de Recalt
La elección de Emiliano Recalt al frente de la presidencia del Concejo Deliberante confirmó lo que en los pasillos se comentaba desde hace días: el acuerdo político entre el oficialismo y La Libertad Avanza existe, es funcional y tiene objetivos claros. Pero la señal que deja la votación es más quirúrgica: el espacio libertario se dispone a acompañar políticamente la gestión, aunque sin compartir las decisiones de gobierno. Un equilibrio fino que deja margen para el apoyo, pero también para marcar distancia cuando convenga.
En su discurso, Recalt buscó instalar un tono amable y de apertura institucional. “Será una presidencia de puertas abiertas. La política es vocación de servicio. Será un concejo donde el vecino podrá expresar su voz y ser escuchado para construir una mejor ciudadanía”. La puesta en escena fue breve, pero calculada: el flamante titular del HCD intentó mostrarse como articulador.
Recalt reconoció que en el Legislativo conviven “muchas diferencias” y por eso apeló a la “honestidad intelectual” para construir consensos y tender “los puentes necesarios”. Un mensaje hacia adentro y hacia afuera.
Cardoso condujo el plenario y dejó ver su impronta sindical
Finalmente se realizó la sesión preparatoria que puso en funciones a los nuevos concejales y renovó la mitad de las bancadas del cuerpo legislativo. El clima fue de transición, pero también de reposicionamientos: cada bloque aprovechó el acto formal para mostrar volumen político y marcar presencia en el arranque del nuevo período.
El plenario estuvo conducido por el presidente interino del Concejo, Marcelo Cardoso, acompañado por la secretaria interina Solange Flores. Cardoso mostró firmeza y oficio para ordenar la sesión, controlando los tiempos y encarrilando cada instancia del procedimiento. Pero también dejó aflorar su sello personal: en más de una ocasión se refirió al plenario como “asamblea”, un lapsus que expuso su pasado sindical y que no pasó inadvertido entre los ediles.
Más allá del detalle, la jornada funcionó como el puntapié del nuevo mapa interno del Concejo, donde caras nuevas y viejos protagonistas comenzarán a disputar espacios, agendas y los primeros acuerdos de convivencia parlamentaria.
El reacomodamiento institucional en General Pueyrredon no solo movió las fichas del Ejecutivo y el Concejo: también activó al sindicalismo municipal, que empieza a desperezarse y a posicionarse de cara al 2027. La Agrupación Municipal Azulgrana, que nuclea a trabajadores del Municipio, salió públicamente a marcar territorio y expuso su “más profunda preocupación” por la incertidumbre que atraviesan miles de empleados en medio del inicio del interinato y la salida de Guillermo Montenegro hacia el Senado. En un comunicado, remarcaron que “más de 8.000 familias esperan respuesta” mientras la conducción política del distrito transita un período que definen como “atípico”.
La intervención no pasó inadvertida. En un momento donde los bloques se reordenan y el gabinete todavía no termina de definirse, el pronunciamiento sindical suma una presión adicional. La Azulgrana denunció que Mar del Plata y Batán “no pueden quedar expuestas a los vaivenes de decisiones personales o a juegos políticos”, y alertó que el esquema actual deja a la ciudad “sin un interlocutor con capacidad real de gestión”. También cuestionaron la postura del Ejecutivo en la paritaria con el Sindicato de Trabajadores Municipales, que describen como “distante”, justo cuando el distrito atraviesa “uno de los momentos más críticos para sostener los servicios mínimos”.
El mensaje tuvo, además, un claro contenido político: la agrupación busca pegar el salto en la discusión pública antes de que empiece formalmente la carrera hacia 2027. Con la temporada de verano a la vuelta de la esquina y un clima social frágil, advirtieron que la falta de definiciones “pone a los trabajadores en la puerta de un conflicto que no garantiza la paz social”. Y reclamaron urgencia: “Solicitamos a las autoridades políticas de la ciudad que definan con claridad quién ejerce la Intendencia”, afirmaron, recordando que muchas de las familias municipales “hoy no logran cubrir siquiera la canasta básica”. Una señal inequívoca de que el sindicalismo local ya empezó a jugar.