16 de diciembre de 2025
POLÉMICA
Alerta roja en el turismo: promesas presupuestarias de Scioli impulsan a Juárez en el EMTURyC
La promesa de fondos nacionales por parte de Daniel Scioli aparece como el único sustento de la candidatura de Diego Juárez al EMTURyC. Sin embargo, empresarios del sector y empleados de planta rechazan la maniobra: temen un vaciamiento de gestión y el manejo de operadores en las sombras bajo la tutela de Gustavo Hani y Valeria Méndez.
Lo que comenzó como un murmullo de pasillo en el Palacio Municipal ha escalado rápidamente hasta convertirse en una preocupación tangible en las oficinas de los principales operadores turísticos de la ciudad. La resistencia al nombre de Diego Juárez para encabezar el Ente Municipal de Turismo y Cultura (EMTURyC) ya no es patrimonio exclusivo de la "rosca" política oficialista; ahora, el malestar se ha instalado en el sector privado, donde la improvisación se mide en pérdidas económicas y no en votos.
La ecuación que intenta venderse desde ciertos sectores es pragmática y, a primera vista, seductora para una administración local necesitada de recursos: la llegada de Juárez garantizaría la apertura del grifo presupuestario nacional. La supuesta promesa de Daniel Scioli, actual Secretario de Turismo, Ambiente y Deportes de la Nación, es concreta: si su alfil asume la conducción, habría fondos para Mar del Plata. En un contexto de austeridad, esta oferta de financiamiento funciona como el único activo real que sostiene la candidatura del actual director de la Unidad Turística Chapadmalal, cuya falta de experiencia técnica es un secreto a voces.
Sin embargo, el "costo" de ese presupuesto es lo que enciende las alarmas. Tanto en el oficialismo local como en las cámaras empresariales, el diagnóstico es lapidario: Juárez, un ex "compañero" maninista devenido en “anarcocapitalista”, no tiene la capacidad para gestionar el Ente. Su designación se lee como la instalación de una figura decorativa, un movimiento que habilitaría, de facto, un sistema de "doble comando" o gestión paralela. La preocupación central es que, ante la inoperancia del titular, las decisiones estratégicas recaigan en manos de terceros con agendas propias.
Aquí es donde los nombres propios empiezan a pesar más que el cargo formal. El temor latente es que un EMTURyC acéfalo en la práctica termine siendo manejado por Valeria Méndez, cuya imagen no goza de buena salud en el ecosistema local, o peor aún, que el control remoto de la gestión quede en manos de Gustavo Hani. La figura del ex presidente de la Cámara Argentina de Turismo, hoy integrante del INPROTUR y parte del andamiaje sciolista, proyecta una sombra alargada sobre el organismo. La hipótesis que circula entre los referentes del sector es que Juárez sería apenas la llave de entrada para que Hani y Méndez operen el turismo marplatense desde Buenos Aires, restando autonomía a la ciudad.
El escenario se vuelve aún más complejo al mirar hacia adentro del Ente. Si la conducción no recae en los operadores externos, la línea sucesoria natural dejaría el día a día en manos de la vicepresidenta Johanna Panebianco. Esta alternativa no ofrece consuelo alguno; por el contrario, exacerba el nerviosismo. La funcionaria, ya cuestionada internamente por su falta de contracción al trabajo y su perfil meramente protocolar, no es vista como una garantía de gobernabilidad operativa para una cartera que exige gestión 24/7.
Puertas adentro del EMTURyC, el clima es de asamblea permanente. Los empleados de planta, columna vertebral histórica del Ente, observan con bronca e incertidumbre el desenlace de esta trama. Conocedores de los tiempos y las necesidades del turismo, advierten que la combinación de un presidente sin expertise, tutelado por figuras polémicas como Méndez y Hani, y secundado por una vicepresidencia ausente, es la receta perfecta para la parálisis institucional.
La promesa de Scioli puede ser tentadora para tapar agujeros financieros a corto plazo, pero el sector turístico —motor productivo de General Pueyrredon— empieza a preguntarse si el precio a pagar no es demasiado alto. Entregar la gestión a la improvisación y a intereses foráneos amenaza con dinamitar la temporada y desdibujar el rol de Mar del Plata como líder turístico, transformando al EMTURyC en una simple terminal administrativa de oficinas porteñas.