CAMBIO DE PANORAMA
La Tecla Mar del Plata
Redacción
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Serga.NET
Obsesión fatal: los famosos asesinados por sus fanáticos
A lo largo de las décadas, celebridades han perdido la vida en manos de admiradores cuya devoción se transformó en violencia
La fama tiene un precio alto, y en ocasiones, el más trágico: la vida. A lo largo de la historia del espectáculo, los ídolos han sido víctimas de la obsesión enfermiza de sus seguidores. Pero lo que comienza como admiración puede derivar en celos, resentimiento o delirios que terminan en violencia irreparable.
Uno de los casos más icónicos es el de John Lennon, el ex Beatle que fue asesinado el 8 de diciembre de 1980 frente a su residencia en Nueva York. Su asesino, Mark David Chapman, un supuesto fanático, le disparó varias veces por la espalda. Asimismo, veía a Lennon como un hipócrita por su riqueza y declaraciones pasadas. Horas antes, el propio Lennon le había firmado un autógrafo.
Otro crimen que sacudió al mundo de la música fue el de Selena Quintanilla, la reina del tex-mex, muerta el 31 de marzo de 1995 a los 23 años. Su amiga, y mano derecha, Yolanda Saldívar, la baleó en un motel de Corpus Christi tras ser confrontada por irregularidades financieras en la cadena de negocios que había fundado con marca propia. La obsesión de Saldívar era tal que mostraba conductas autodestructivas, y hoy cumple cadena perpetua.
Rebecca Schaeffer, la estrella protagonista de la serie Mi hermana Sam, fue asesinada en 1989. Para ese entonces, tenía los 21 años. El crimen fue cometido por Robert John Bardo, un acosador obsesionado que la consideraba "pura" hasta que vio una escena íntima en una película, lo que lo enfureció. Luego la localizó mediante un detective y le disparó en la puerta de su apartamento. Este caso impulsó leyes anti acoso en Estados Unidos.
En 2016, la joven cantante Christina Grimmie, a los 22 años, se consagró como revelación de The Voice y YouTube. Ese mismo año fue tiroteada mientras firmaba autógrafos en Orlando. Su asesino era Kevin Loibl, un fanático solitario que obsesivamente veía sus videos, se había preparado físicamente para el encuentro y se suicidó tras el ataque.
Otro episodio brutal ocurrió en 2004 con Dimebag Darrell, el guitarrista de Pantera, que fue asesinado durante un concierto en Ohio. El culpable del crimen fue Nathan Gale, un fanático resentido por la disolución de la banda.
En el mundo de la moda, el icónico diseñador italiano Gianni Versace fue asesinado el 15 de julio de 1997, a los 50 años, frente a su mansión en Miami Beach. En ese momento regresaba de comprar el diario y se aprestaba para ingresar a su casa a desayunar. Andrew Cunanan, un asesino en serie que ya había cometido otros crímenes, le disparó por la espalda. Aunque el motivo exacto permanece desconocido, alardeaba de conocer a Versace y mostraba una obsesión marcada por envidia hacia su éxito, riqueza y estilo de vida como figura gay prominente. Luego se suicidó días después.
El legado de estas víctimas perdura en su arte, pero también como advertencia eterna sobre los peligros de la obsesión desmedida.
Uno de los casos más icónicos es el de John Lennon, el ex Beatle que fue asesinado el 8 de diciembre de 1980 frente a su residencia en Nueva York. Su asesino, Mark David Chapman, un supuesto fanático, le disparó varias veces por la espalda. Asimismo, veía a Lennon como un hipócrita por su riqueza y declaraciones pasadas. Horas antes, el propio Lennon le había firmado un autógrafo.
Otro crimen que sacudió al mundo de la música fue el de Selena Quintanilla, la reina del tex-mex, muerta el 31 de marzo de 1995 a los 23 años. Su amiga, y mano derecha, Yolanda Saldívar, la baleó en un motel de Corpus Christi tras ser confrontada por irregularidades financieras en la cadena de negocios que había fundado con marca propia. La obsesión de Saldívar era tal que mostraba conductas autodestructivas, y hoy cumple cadena perpetua.
Rebecca Schaeffer, la estrella protagonista de la serie Mi hermana Sam, fue asesinada en 1989. Para ese entonces, tenía los 21 años. El crimen fue cometido por Robert John Bardo, un acosador obsesionado que la consideraba "pura" hasta que vio una escena íntima en una película, lo que lo enfureció. Luego la localizó mediante un detective y le disparó en la puerta de su apartamento. Este caso impulsó leyes anti acoso en Estados Unidos.
En 2016, la joven cantante Christina Grimmie, a los 22 años, se consagró como revelación de The Voice y YouTube. Ese mismo año fue tiroteada mientras firmaba autógrafos en Orlando. Su asesino era Kevin Loibl, un fanático solitario que obsesivamente veía sus videos, se había preparado físicamente para el encuentro y se suicidó tras el ataque.
Otro episodio brutal ocurrió en 2004 con Dimebag Darrell, el guitarrista de Pantera, que fue asesinado durante un concierto en Ohio. El culpable del crimen fue Nathan Gale, un fanático resentido por la disolución de la banda.
En el mundo de la moda, el icónico diseñador italiano Gianni Versace fue asesinado el 15 de julio de 1997, a los 50 años, frente a su mansión en Miami Beach. En ese momento regresaba de comprar el diario y se aprestaba para ingresar a su casa a desayunar. Andrew Cunanan, un asesino en serie que ya había cometido otros crímenes, le disparó por la espalda. Aunque el motivo exacto permanece desconocido, alardeaba de conocer a Versace y mostraba una obsesión marcada por envidia hacia su éxito, riqueza y estilo de vida como figura gay prominente. Luego se suicidó días después.
El legado de estas víctimas perdura en su arte, pero también como advertencia eterna sobre los peligros de la obsesión desmedida.