La Tecla Mar del Plata
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En los pasillos del Concejo Deliberante de Mar del Plata, el aire huele a café recalentado y a traiciones políticas frescas. La interna de Unión por la Patria (UP) en la Quinta Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires no es solo una disputa por candidaturas: es un melodrama digno de una telenovela vespertina, con Gustavo Pulti y Fernanda Raverta como protagonistas de un duelo que mezcla egos, lealtades y una lapicera que nadie sabe quién empuñará para las elecciones legislativas de septiembre.
El ex intendente marplatense y actual diputado provincial, Gustavo Pulti, alineado con el gobernador Axel Kicillof, parece decidido a mover sus fichas con la precisión de un ajedrecista, pero con la sutileza de un elefante en una cristalería. Su plan: colocar a Gustavo Barrera, intendente de Villa Gesell, como cabeza de lista seccional. ¿La razón? Fortalecer su propio peso en la región y, de paso, recordarle a todos que él no es un mero espectador en este circo. Sin embargo, en el otro rincón del ring está Fernanda Raverta, la ex titular de ANSES y referente ultra K, que no está dispuesta a ceder ni un centímetro de terreno. La tensión entre ambos es tan palpable que hasta los concejales más novatos evitan mencionarlos en la misma oración.
Pero la trama se complica aún más. Juan Pablo de Jesús, otro peso pesado del kirchnerismo en la Costa Atlántica, entra en escena con un guión propio. En 2023, De Jesús cedió ante Pulti en la puja por encabezar la lista seccional, con la promesa implícita de que en 2025 sería él quien tendría la lapicera. Fiel a su palabra –o a su ambición–, De Jesús ahora impulsa a Raverta como candidata para enfrentar al intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro, un rival que, para desgracia del kirchnerismo, le ha ganado todos los mano a mano electorales. Montenegro, desde su despacho, debe estar observando este sainete con una sonrisa que no cabe en el Puerto.
El trasfondo de esta interna es un reflejo del peronismo bonaerense: un rompecabezas donde nadie quiere ceder la pieza principal. Pulti, con su cercanía a Kicillof, apuesta por Barrera para consolidar una lista que represente al interior de la sección y neutralice el avance del cristinismo duro. Raverta, respaldada por De Jesús y el ala más fiel a Cristina Kirchner, busca recuperar terreno tras años de derrotas frente a Montenegro. Y mientras tanto, Kicillof, el gran árbitro, hace malabares para mantener la unidad de UP sin que el castillo de naipes se derrumbe antes del 9 de julio, fecha límite para presentar alianzas.
La ironía no pasa desapercibida: mientras el peronismo se desgarra en una lucha de egos y estrategias, Montenegro se relame los bigotes, sabiendo que cada día de interna es un punto más para su reelección. En el medio, los votantes de la Quinta Sección asisten a un espectáculo donde la unidad parece más un eslogan de campaña que una realidad. ¿Quién ganará? Por ahora, la moneda está en el aire, pero si algo enseña la historia del peronismo, es que siempre hay alguien listo para atraparla… o para hacerla desaparecer.