21 de agosto de 2025
HACIA LAS URNAS
El Concejo Deliberante sesiona en piloto automático mientras la política mira la campaña
En plena recta final hacia el 7 de septiembre, la Quinta Sesión Pública Ordinaria se pareció más a un trámite administrativo que a un debate político. Los bloques eligieron el silencio: miedo a exponerse, temor a perder votos y una campaña que ya se agotó en la polarización libertarios vs. kirchneristas.

El Concejo Deliberante de General Pueyrredon volvió a reunirse este 21 de agosto, pero el clima estuvo lejos de ser el de un órgano deliberativo en medio de un proceso electoral caliente. Con 124 expedientes en el orden del día y 46 dictámenes de comisión a debate, la sesión transcurrió como si de un checklist burocrático se tratara: se aprobaron proyectos, se levantaron manos, se siguieron los pasos formales. Pero política, en el sentido fuerte del término, hubo poca o nada.
La lectura inmediata es sencilla: la campaña electoral ocupa y preocupa a los bloques. No obstante, en este marco, cualquier declaración en el recinto puede convertirse en un bumerán y golpear en las urnas. Nadie quiere quedar como blanco fácil en medio de una sociedad cansada, descreída y poco tolerante con los discursos vacíos. En otras palabras, la rosca política brilló por su ausencia porque lo que sobra es miedo a perder votos.
El contraste es notorio. Mientras en la calle y, sobre todo, en las redes la discusión parece reducirse a “kirchnerismo o libertarios”, en el recinto esa misma polarización actúa como un silenciador. Lo demás, los partidos chicos, las fuerzas locales o los espacios sin padrinos nacionales, orbitan alrededor de esa grieta sin capacidad real de romper el eje. La sesión lo mostró con crudeza: más trámite que política.
A quince días de la elección, con la campaña formal cerrando el 5 de septiembre, la pregunta es qué más tienen para ofrecer los partidos. Porque hasta ahora la “propuesta” parece limitarse a replicar consignas de Nación o Provincia, mientras el Concejo local se convierte en un escenario de cartón pintado, donde nadie se atreve a diferenciarse demasiado.
La política marplatense atraviesa un dilema: jugar al silencio para no perder, aunque eso signifique resignar el espacio legislativo como lugar de disputa de ideas. El resultado es un Concejo anestesiado, que aprueba expedientes con la misma cadencia con que esquiva los temas de fondo. Y en el medio, los vecinos, que vuelven a mirar la escena con la misma mezcla de fastidio e indiferencia: la certeza de que la campaña arrancó y terminó cuando se dibujó la polarización, y que lo que queda es apenas la inercia hasta el 7 de septiembre.