La Tecla Mar del Plata
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La tensión entre privados y organismos de control volvió a escalar en la costa sur de General Pueyrredon. La Autoridad del Agua (ADA) revocó los permisos del balneario Luna Roja (Playa Bonita), operado por la empresa EJC S.A., tras constatar incumplimientos en los monitoreos ambientales obligatorios en los pozos freáticos de la zona. La medida reaviva un conflicto que lleva años y que ya derivó en clausuras, sanciones municipales y causas judiciales.
El establecimiento, administrado por el empresario Horacio Ipucha, mantiene una concesión municipal vigente hasta 2030. Pese a eso, la ADA dejó sin efecto las autorizaciones otorgadas en 2022 para la extracción de agua y el vuelco de efluentes, tras verificar que la empresa no presentó los informes de monitoreo del nivel freático y calidad de agua correspondientes al inicio y cierre de las temporadas 2022-2023, 2023-2024 y 2024-2025, tal como establece la normativa.
El Observatorio Costanero Sur advirtió en sus redes sociales que uno de los pocos monitoreos entregados —el de junio de 2024— registró coliformes fecales de 150 NMP/100 ml y hasta 75 mg/l de nitratos en los pozos subterráneos. “Estos valores indican infiltración de aguas residuales al acuífero, un sistema que abastece a todo el barrio Playa Chapadmalal”, señalaron.
No es la primera vez que Luna Roja está bajo la lupa. En 2020 fue clausurada durante once meses por verter líquidos al arroyo Lobería. En 2023 el Emtur le aplicó una multa del 10% del canon anual y detectó construcciones no autorizadas en el espacio público, baños en mal estado y desagües clandestinos hacia la playa.
El foco de la ADA también alcanza a Olas Chapadmalal, el emprendimiento inmobiliario de 100 hectáreas impulsado por Fernando “Rata” Aguerre, fundador de Reef y dueño de Ala Moana. El proyecto, ubicado a 150 metros del mar, promete todos los servicios urbanos, incluyendo gas natural, aunque avanzaría sobre sectores de médanos y acantilados.
En la publicación del Observatorio, el grupo ambientalista alertó que las construcciones, en referencia a Luna Roja, sobre dunas interrumpen el flujo natural de arena entre playa y médano, eliminan zonas de amortiguación frente a sudestadas, compactan el suelo e impiden la recarga del acuífero. El diagnóstico es categórico: “daño ambiental acumulativo”, que combina erosión costera, pérdida de arena, contaminación del agua y riesgo sanitario.
Con la temporada de verano cada vez más cerca, el conflicto en Chapadmalal vuelve a tensarse entre inversión privada, controles estatales, intereses turísticos y un recurso natural que empieza a mostrar señales de agotamiento.