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Miércoles, 18 junio 2025
Argentina
23 de mayo de 2025
PANORAMA COMPLICADO

Fragmentación, polarización y vacío de conducción: la política marplatense al borde de la implosión

A meses de las elecciones legislativas, Mar del Plata vive un clima de estancamiento político y tensión creciente. El Concejo opera por mayoría automática, las alianzas se desdibujan y, sin conducción clara, el oficialismo no logra construir una narrativa que ordene ni inspire. Mientras tanto, las redes sustituyen el debate público y la ciudadanía se distancia. El riesgo no es solo electoral: es sistémico.

Fragmentación, polarización y vacío de conducción: la política marplatense al borde de la implosión
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Sin un liderazgo claro ni una narrativa que ordene, el escenario político marplatense atraviesa un proceso de descomposición silenciosa. La gestión local, conducida por el intendente Guillermo Montenegro, evita los sobresaltos y administra con disciplina interna, pero sin proyecto colectivo ni horizonte de movilización. La calma, en año electoral, puede convertirse en parálisis.


El Concejo Deliberante es el espejo más nítido de este estado de cosas. Con mayoría automática del interbloque oficialista compuesto por Vamos Juntos, Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica - ARI, los debates se vuelven meramente formales. La oposición, disgregada entre Unión por la Patria (UP), el Frente Renovador y Acción Marplatense (AM), carece de coordinación estratégica y se mueve a impulsos. La Libertad Avanza (LLA), alineada con el oficialismo nacional, ocupa un lugar lateral pero disruptivo.


A nivel local se renuevan 12 bancas este año, y todo indica que el clima electoral estará nacionalizado. La reciente victoria de LLA en CABA descolocó al PRO y generó incertidumbre sobre la arquitectura opositora a nivel nacional. Aunque a nivel municipal no hay alianza entre ambos espacios, las tensiones ya se sienten: el temor del PRO a una competencia directa con los libertarios crece, y eso trastoca la armonía forzada dentro del oficialismo.


El resultado es una política sin densidad: sin debates reales, sin planificación institucional, sin acumulación programática. Lo urgente tapa lo importante. Las redes sociales ocupan el lugar de la discusión política, pero a costa de superficialidad y ruido. La política se vuelve eco de sí misma, sin anclaje territorial ni capacidad de respuesta.


En este contexto, la ciudadanía se distancia. La baja participación en las elecciones de CABA, votó apenas algo más del 50% del padrón, pese al voto obligatorio,  es un síntoma de algo más profundo: el descreimiento en el sistema político como vía de representación. En Mar del Plata, esa desafección se percibe, se palpa, pero aún no se canaliza. Aún así, el riesgo es doble. Por un lado, el vaciamiento del espacio institucional y el relato de gestión. Por el otro, la posibilidad de un estallido político o social frente a un segundo semestre cargado de ajuste económico, caída de recursos y malestar acumulado. Ya no se trata únicamente de quién está en el poder, sino de quién puede ejercerlo con sentido y legitimidad. Es quién puede interpretar este momento histórico y ofrecer algo más que administración o marketing. Mar del Plata no necesita solo elecciones. Necesita política.

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