Entre la rosca y la vida real, un rejunte electoral que ignora la vida cotidiana
Tras el cierre de listas, la campaña al 7 de septiembre se tiñe de polarización nacional con un “ellos o nosotros”, mientras los problemas diarios de la gente quedan en segundo plano. El cierre de listas para las elecciones del 7 de septiembre dejó en evidencia una política local que, bajo la espuma de los nombres y las alianzas, parece más enfocada en salvarse a sí misma que en conectar con la realidad de los marplatenses.

A menos de dos meses de las elecciones, la ciudad se asoma a un escenario electoral donde los golpes al sistema y los rejuntes de última hora marcan el rumbo. La campaña, lejos de reflejar el pulso de la calle, parece un eco de la grieta nacional, con un discurso polarizado de “ellos o nosotros”. Mientras los candidatos se enredan en estrategias, promesas rimbombantes y chicanas, la vida cotidiana de los marplatenses transita por un carril paralelo, casi invisible bajo los reflectores de la política.
En las calles de La Feliz, la realidad no da tregua: un malabarismo diario. Sin embargo, los temas, que laten en el corazón de la ciudad, parecen desvanecerse en medio de las internas, los titulares y las fotos de campaña. Los vecinos se preguntan, entre el café de la mañana y la cola del colectivo, si alguien bajará al llano o si la política seguirá mirándose el ombligo hasta el 7 de septiembre y mas alla.
La rosca, esa danza de alianzas y traiciones, se cocina a fuego lento, pero con poca sustancia. Los candidatos, más ocupados en desarmar al rival que en proponer soluciones, esquivan las urgencias de una Mar del Plata que no vive de slogans. ¿Habrá tiempo para que la campaña deje de ser un monólogo y escuche el ruido de las olas, el de las fábricas, el de los barrios? La cuenta regresiva ya empezó, y en 46 días, la ciudad hablará en las urnas. Mientras tanto, los marplatenses siguen remando, como siempre, con la esperanza de que alguien, alguna vez, los mire de frente.