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Miércoles, 9 julio 2025
Argentina
9 de julio de 2025
NUEVAS ALIANZAS

La política en crisis: domina el espanto y todos los frentes nacen rotos

Cada espacio forma parte de una coalición sin la entera convicción de estar ahí y por pura necesidad. Tarde o temprano la cinta que los une perderá adherencia. Las cosas irresueltas de cada partido que traslada a la alianza que integra.

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Insólita coyuntura. Cada uno de los frentes electorales que tendrán su cierre hoy en la provincia de Buenos Aires son concebidos de manera forzada. Los une el espanto a lo que está del otro lado sin que ello alcance mínimamente para disimular las internas de cada espacio. La gravedad de la situación no está dada solamente porque la conjunción de partidos es difícil, sino porque cada partido llega a la conformación de alianzas quebrado internamente. 

Es todo ficción, sin posibilidades para nadie de garantizar un acuerdo que pueda sostenerse en el tiempo. Las desconfianzas dominan el escenario en cada una de las coaliciones en formación. Es un escenario inédito. Desde que las alianzas irrumpieron en la escena política argentina, sepultando el bipartidismo, el panorama siempre fue más claro, las sociedades a conformarse eran presumibles y, quizá, más confiables. 

El peronismo siempre termina unido porque así lo demanda su voraz vocación de poder. Y mientras tenga un conductor claro se ordena y se mantiene pese a las tensiones constantes, justificadas precisamente por esa vocación de poder. Los frentes en los que entró el radicalismo fueron precedidos de largas negociaciones de previsible final. El PRO supo construir una alianza que nació con dudas, pero se sostuvo y duró casi diez años, un siglo en la política argentina. La irrupción de La Libertad Avanza pateó el tablero, desparramó las fichas y en cada uno de los rompecabezas hay piezas que no encajan, otras sobran y varias faltan. 

El oficialismo provincial se une pese a todo, por su ambición y porque no tiene otra salida. La confluencia de la tropa de Javier Milei con los restos de esa potencia que supo ser el PRO pone en serio riesgo la hegemonía peronista en el territorio más poblado del país. Si hasta algunas encuestas vaticinan una derrota en la Tercera sección, que sería para el peronismo la peor catástrofe desde 1983. El acuerdo de violetas y amarillos le cerró la puerta a cualquier intento de emancipación de Axel Kicillof.



La coalición peronista se cimenta en la necesidad, no en la convicción. Es ilusorio pensar que de inmediato la Legislatura avance en los proyectos reclamados por el Gobernador, como lo es imaginar que hoy mismo resolverán el reparto total de los casilleros a entrar y mucho menos resolver las cuestiones de los distritos, donde la tensión permanece.

El peronismo irá forzadamente junto en la búsqueda del voto, con Cristina Fernández martirizada desde su prisión domiciliaria, con Kicillof a cargo de una campaña arriesgada donde puede sepultar sus chances futuras si el escenario es de derrota. Será el apuntado por La Cámpora y el Frente Renovador si las cosas salen mal. De hecho, ya se tiran sobre el Gobernador reproches anticipados de intentar romper una unidad que desde hace años ya no es. Incluso no lo era para las elecciones de 2023. Ha perdido Unión por la Patria, además, intendentes enfrentados con La Cámpora que decidieron en este turno electoral alejarse por un rato del conglomerado peronista.

Al frente conformado por el PJ de Máximo, el MDF de Kicillof y el FR de Massa la palabra unidad le queda grande, juntarán candidatos en una misma boleta y poco más. Después empezarán de nuevo los problemas, con un pronosticado estallido promediando 2026. Algunos dicen que podría ser incluso en diciembre. Es no conocer demasiado al peronismo. Primero se fingirá amor para repartir los cargos en la Legislatura, ocupar sillas en el gabinete provincial y quedarse con la mayor cantidad de organismos de la Constitución disponibles, además de la discusión por los jueces de la Corte. 

Después sí, se abrirá la disputa por las candidaturas a la presidencia y a la gobernación de 2027 y la detonación es inevitable. Quedará por ver si llega a afectar los bloques en el Parlamento bonaerense. En ese sentido, son destacables los esfuerzos realizados este año para mantener bajo la misma denominación a una bancada donde fueron indisimulables las diferencias, al punto de discusiones a cielo abierto en el propio recinto de la Cámara de Diputados.

En la vereda de enfrente, La Libertad Avanza y el PRO acaban de ratificar en una conferencia de prensa la unificación en una coalición con nombre y color exclusivamente violeta. Sobre la hora, Cristian Ritondo pudo garantizar la presencia de todos los intendentes amarillos, cuando algunos ya tenían prácticamente acordado formar parte de la coalición de centro motorizada por el radicalismo, porque se sentían excluidos por el sector de Karina Milei que, con Sebastián Pareja a la cabeza, llevó adelante las negociaciones.



Aun así, las desconfianzas de los jefes comunales macristas siguen a flor de piel. Además, prevén un problema a la hora de cerrar las candidaturas seccionales y locales. Varios están enfrentados con los referentes distritales de La Libertad Avanza y las órdenes de las superestructuras no alcanzan para resolver conflictos que en algunos casos rozan las cuestiones personales. Podrán ponerlas por un rato debajo de la alfombra, aflorarán drásticas una vez conseguidos los resultados, sean los que sean.

Javier Milei no quiere al PRO. Karina Milei hubiera preferido sumar dirigentes sin tragar el sapo de impurificar el sello de LLA con la incorporación del PRO como partido en la coalición Libertaria. Para el Presidente, Mauricio y Jorge Macri son mala palabra y los primos lo saben bien. Su gente más cercana está sin destino dentro de la nobel coalición. Los intendentes que responden a Jorge Macri se quedaron adentro con menos entusiasmo que un niño en penitencia.

Otra vez la necesidad prima por sobre las propias convicciones. El punto común es derrotar al kirchnerismo, además de una lapidaria realidad para el PRO: sus votantes habían comenzado una irreversible mudanza, rotundamente confirmada en la elección de la Ciudad de Buenos Aires. Sin salida, los amarillos decidieron apostar a ganador y terminaron de sepultar a Juntos por el Cambio. Eso tiene una consecuencia, casi draconiana, los intendentes ahora afrontarán rupturas en sus Concejos Deliberantes y hasta acuerdos de gobernabilidad con el radicalismo. Tampoco están dispuestos a aceptar la inédita propuesta de algunos libertarios deseosos de cogobernar en los distritos durante los próximos dos años.

La Libertad Avanza consiguió fortalecerse con la incorporación del esquema macrista, sin tener del todo resuelta su propia interna. El capítulo que sigue es una feroz pelea por los lugares en las listas entre el karinismo y Las Fuerzas del Cielo comandadas por Santiago Caputo. Quedó eclipsada por la vorágine de la rosca la batalla constante que Las Fuerzas del Cielo entablan contra el sector de Karina por el control de oficinas de Anses y PAMI. Precisamente, en esos despachos, desde hace un par de meses desembarcan dirigentes provenientes del macrismo, mayoritariamente alineados a Ritondo. Pago anticipado de un acuerdo que el presidente del PRO bonaerense, sobre el límite, pudo cumplir hoy con el compromiso de tener a todos los alcaldes contenidos.

Así como a los intendentes del PRO se les romperán bloques por la salida de radicales, a los jefes comunales de la Unión Cívica Radical se les aproxima una tormenta similar. La UCR, en la estrategia trazada por Miguel Fernández y Pablo Domenichini, hace denodados esfuerzos por cerrar un acuerdo amplio de centro. Otra alianza cerrada con fórceps, nacida de discusiones picantes, de esas que dejan heridas difíciles de suturar.

Con la interna a flor de piel, el camino tomado por la mayoría boina blanca adolece de unanimidad. Hay quienes miran con nostalgia el acuerdo del PRO y los libertarios, entendiendo que ellos también podrían estar ahí bajo la excusa de un frente común para derrotar al kirchnerismo en la Provincia. Descartada esa posibilidad, el radicalismo tiene la pretensión de ser la locomotora de un tren que deberá enganchar vagones sueltos, con ocupantes cercanos en algunos casos y más lejanos en otros, pero que demandan protagonismo.



Es la coalición más difícil de encintar, porque la multiplicidad de sectores implosiona consensos a partir de las demandas. “Demasiados pedidos para tan pocos lugares”, se sinceró esta mañana uno de los responsables de llevar adelante las negociaciones. La paradoja del asunto es que el radicalismo quedaría al mando de un frente donde la mayoría de las cabezas de lista no le serían propias. Es precisamente ese punto el que trabó las conversaciones, con una seria dificultad para cerrar la Cuarta sección por el requerimiento de Emilio Monzó de encabezar la lista y la negativa de Miguel Fernández, que pretende sí o sí un radical en ese lugar. 

Para una tercera fuerza el escenario es complicadísimo. Todo indica una polarización, con la campaña centrada en el Conurbano y con el protagonismo de Javier Milei por un lado y de Axel Kicillof por el otro (apuesta fuerte del Gobernador que si sale bien puede capitalizar de cara al futuro y si sale mal lo dejará maltrecho). Colarse en esa disputa, con los últimos antecedentes electorales, requiere de mucha originalidad, una campaña audaz y agresiva y candidatos reconocidos, un déficit del centenario partido.

¿Cuál es la media para medir el éxito o fracaso de esa tercera fuerza? Quedar por debajo de un dígito sería la catástrofe. Significaría directamente no meter legisladores o colar un número insignificante que debilitaría enormemente a la coalición y retrotraería a la Unión Cívica Radical a las aciagas elecciones hasta que el surgimiento de Cambiemos la revitalizó. A favor, el radicalismo tiene un palmarés interesante de resurrecciones. Pero algún día la suerte se termina. 

En cambio, pasar la media de los diez puntos, de acuerdo a las circunstancias generales y los lugares conseguidos puede leerse como una elección aceptable, rondar los 15 puntos será visto como un acierto que deja una base respetable a futuro. Claro que eso demandará contener a todos los sectores adentro cuando la coalición está atada con cinta de enmascarar. Acercarse a los 20 puntos será visto como una derrota. Ni el más optimista de los integrantes del acuerdo fantasea con ese número, sino sería menos dificultoso cerrarlo.

Para ser justos, la alianza más perdurable de los últimos tiempos es la del Frente de Izquierda y de los Trabajadores - Unidad. El FIT-U, que nació como FIT en el 2011, ha conservado su alineación original con el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), el Partido Obrero (PO) y la Izquierda Socialista (IS), a la que se agregó en 2019 el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST). Volverá a estar en la cancha con esa columna vertebral, que encontró en la rotación de bancas un sistema capaz de sostener la unidad en el tiempo. Buscaron sumar al Nuevo Más y, como varias veces antes, las conversaciones se estancan y terminan separados.

Hoy quedan cerrados los frentes electorales para la competencia provincial del 7 de noviembre. En diez días, el sábado 19, cada uno deberá presentar los candidatos para la competencia en cada sección electoral y en cada municipio. Serán jornadas de más rosca, de más peleas, de portazos y recules. Después vendrá la campaña con la simulación de un matrimonio que se hizo porque no quedaba más remedio. Tras las elecciones llegarán las conclusiones y los pases de factura, y con ellos otra vez los chisporroteos. Difícilmente aquello que nació roto pueda perdurar en el tiempo sin desarmarse, y mucho menos seguir simulando integridad.
 

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