26 de agosto de 2025
CONCEJO DELIBERANTE
Entre el ocaso y el silencio: Pujato y Morro, dos postales de la desconfianza política
A menos de dos semanas de las elecciones, los concejales Gustavo Pujato y Mercedes Morro transitan sus últimos meses en el Concejo Deliberante con actitudes que reflejan el desgaste y las sombras de la política local. El radical, fuera de las listas, mostró un cambio de tono en comisiones tras semanas de desinterés mientras que la dirigente del PRO, denunciada por malversación, se refugia en el silencio. En un clima de apatía ciudadana, ambos casos alimentan la crisis de credibilidad democrática.

La campaña bonaerense avanza a toda velocidad, pero en el Concejo Deliberante de General Pueyrredon el pulso político revela un costado más incómodo: el de los mandatos que se apagan entre la apatía y la controversia. Dos nombres concentran la atención en este final de ciclo: Gustavo Pujato y Mercedes Morro.
El radical Pujato, cuyo mandato vence en diciembre y que quedó fuera de las listas para septiembre, venía transitando sus últimas semanas en modo despedida anticipada. Su desgano al frente de la Comisión de Educación se había convertido en un símbolo del desinterés legislativo. Sin embargo, este martes se lo vio con otra actitud: presidió Educación con mayor firmeza y un tono más activo. Además, asistió a la Comisión de Obras. Un intento tardío de recomponer la imagen o, al menos, de evitar que su final político quede signado solo por la inercia.
El caso de Mercedes Morro es distinto, y acaso más delicado. Denunciada por malversación de fondos durante su gestión al frente de UTHGRA, la concejal del PRO enfrenta un frente judicial que amenaza con trascender su salida del Concejo. En la última reunión de Obras, su presencia fue discreta: evitó tomar la palabra y se refugió en el silencio, como ya lo había hecho en el plenario anterior. Con su figura cuestionada y sin posibilidad de renovación, su perfil bajo parece más una estrategia de supervivencia que un gesto de responsabilidad institucional.
El contraste entre ambos concejales, sin embargo, converge en una misma conclusión: son postales de la política que alimentan la desconfianza ciudadana. En un año electoral donde la apatía y el desencanto son protagonistas, la imagen de dirigentes que se despiden sin convicción o bajo la sombra de la Justicia golpea de lleno a la credibilidad democrática.
El desafío de cara al 7 de septiembre no pasa solo por definir mayorías y minorías en el Concejo. También está en demostrar que la política puede recuperar la confianza perdida y dejar de validar, con ejemplos como estos, la idea de que los escaños se ocupan por inercia o para beneficio personal. En tiempos de hartazgo social, cada silencio y cada gesto de desinterés pesan más que nunca.