15 de septiembre de 2025
ELECCIONES 2025
La Boleta Única Papel debuta en las elecciones nacionales: una apuesta a simplificar el voto y recuperar la participación
Por primera vez en la historia argentina, el 26 de octubre la ciudadanía votará con Boleta Única Papel. El nuevo sistema busca darle más transparencia al proceso, evitar fraudes y facilitar el acto electoral, en un contexto donde preocupa la creciente apatía social y el distanciamiento con la política.

El 26 de octubre no será una elección más. No solo porque se definan bancas en el Congreso Nacional, sino porque los argentinos estrenarán la Boleta Única Papel (BUP), un instrumento aprobado en 2024 con la Ley 27.781 y que marcará un antes y un después en la manera de votar en el país.
La BUP consiste en una sola papeleta de papel que concentra a todos los candidatos, las categorías de cargos y las fuerzas políticas. Se presenta en un diseño dividido por filas horizontales (cada cargo electivo) y columnas verticales (cada agrupación). El votante debe marcar con un bolígrafo la opción de su preferencia en cada categoría, doblar la boleta y depositarla en la urna. Una mecánica simple que busca reducir errores, darle más seguridad al sistema y, sobre todo, terminar con viejas prácticas ligadas al robo de boletas, la manipulación o el fraude.
El cambio no es menor. Implica una transformación cultural en el modo de votar, en un país donde la boleta partidaria acompañó durante décadas las campañas, las fiscalizaciones y hasta la identidad de las fuerzas políticas. El nuevo sistema reduce la intermediación de las estructuras partidarias y coloca a la ciudadanía en el centro del proceso.
En clave política, la implementación de la BUP también se lee como un intento de acercar a una sociedad cada vez más distante de la política. Las estadísticas de participación muestran un descenso constante: menos gente va a votar, más ciudadanos eligen el voto en blanco o directamente se abstienen. Frente a esa desafección, se busca con este mecanismo simplificar la experiencia electoral y transmitir una señal de transparencia.
No obstante, la dirigencia política observa con atención. La BUP elimina márgenes de maniobra que antes estaban en manos de las estructuras partidarias: ya no habrá excusas de “faltaban boletas”, ni operaciones para entorpecer la presencia de listas en el cuarto oscuro. Esto desnuda a los partidos, que deberán apostar a la construcción política real, a convencer electores y a militar más allá del papel.
La BUP también se define como un mecanismo de seguridad. El sistema de casilleros evita confusiones, impide la multiplicidad de boletas en la urna y limita la posibilidad de fraude. Se establecieron criterios claros: voto afirmativo (cuando se marca una preferencia), nulo (si se marca más de una opción en la misma categoría o se altera la boleta), en blanco (si no se marca ninguna opción) y recurrido o impugnado bajo circunstancias específicas.
El debut de la BUP llega en un momento de fuerte desapego social hacia la política. Por eso, la incertidumbre es alta: si la experiencia no es buena, ya sea por errores de capacitación, confusión de electores o demoras en los escrutinios, puede volverse en contra y perjudicar aún más en términos electorales y democráticos.
En definitiva, la elección del 26 de octubre será un doble test: el de las urnas y el de la Boleta Única Papel. En ambos, la política se juega algo más que bancas, se juega la posibilidad de recuperar la confianza de una ciudadanía cada vez más lejana.