24 de octubre de 2025
DÍAS INTENSOS
Fuerte malestar e indignación en el Puerto de Mar del Plata por la licitación que "destruye el trabajo"
La comunidad portuaria, liderada por trabajadores, cooperativas y sindicatos, estalló en una reunión del Consorcio que terminó en retirada: acusan al directorio de firmar un "disparate" que eleva costos a niveles siderales y vacía de empleo a la ciudad. En el ojo de la tormenta, la influencia política del matrimonio Raverta-Obeid y Virginia Sívori, señalados como los arquitectos de un pliego "letal" para la actividad, la infraestructura y los derechos laborales.

El Puerto de Mar del Plata vivió este viernes una jornada de máxima tensión que desnuda una crisis institucional, económica y laboral sin precedentes. La reunión del directorio del Consorcio Portuario Regional, convocada en medio de la controversia por la licitación internacional N° 1/2025 para la Terminal Multipropósito del Espigón 2, culminó en un escándalo, dejando un clima de bronca y colapso que bloqueó los accesos a la estación marítima.
El motivo del estallido es tan simple como devastador: la licitación en curso, impulsada por el Consorcio que preside el ravertista Marcos Gutiérrez, implica un aumento de costos tan "sideral" que, según el sector, hará "imposible" que los barcos operen en Mar del Plata. "Se van a ir a otros puertos que están diez veces más baratos", advirtieron los trabajadores y, en la misma línea, los gremialistas. El diagnóstico es lapidario: este pliego, que el directorio había prometido modificar, es un ataque frontal que "va a destruir el trabajo" de miles de familias.
Un Directorio sin rumbo: “firmaron un disparate”
La indignación de los trabajadores se potenció al descubrir la supina incapacidad e ignorancia dentro del propio Consorcio. La versión surgida tras la fallida reunión, es demoledora: "Ninguno de los directores, ni siquiera el presidente del Consorcio, Marcos Gutiérrez, tenían claro lo que firmaron". Acusan a la cúpula de rubricar un "disparate" que solo sirve para "un puerto de cualquier otro lado, pero no de la provincia de Buenos Aires", sin siquiera haber leído el contenido de lo que avalaron.
Este acto de negligencia se suma al panorama de infraestructura que enfrenta el puerto: colapso operativo, barcos hundidos, graves problemas de dragado y contaminación, infraestructura deficiente, incluidos silos en riesgo de caer sobre el Muelle 3 y una falta crónica de lugares para las andanas. "Es un desastre, desastre", sentenciaron los obreros portuarios. Además, desde el gremialismo se remarcó que en este contexto crítico, pretender imponer valores de inversión y alquileres a "cifras siderales" es una prueba de la absoluta falta de criterio. Mientras tanto, la gente "no trabaja, no come".
La situación es angustiante y desesperanzadora. La clase obrera del puerto marplatense a duras penas consigue horas de trabajo. En promedio, solo tres de los siete días de la semana son trabajados, en grupos rotativos y con incertidumbre cuándo será la siguiente jornada laboral. Este contexto profundiza la bronca e indignación. La preocupación aumenta mientras la política avanza con una licitación que profundizaría el caos en el que se sumerge, cada vez más, el sector portuario.
La casta política en la mira: Obeid, Raverta y Sívori
La bronca de los estibadores y la comunidad portuaria tiene nombre y apellido en la arena política, señalando con dureza a quienes consideran los verdaderos responsables de este "desastre" cocinado en La Plata. Los dardos apuntan directamente al senador provincial Pablo Obeid, la senadora electa Fernanda Raverta, cuyas aspiraciones apuntan a presidir la Comisión de Transporte, Puertos e Intereses Marítimos, y la concejal Virginia Sívori, ex asesora del Consorcio.
La denuncia es explícita y no deja lugar a dudas sobre la influencia ejercida: el pliego se "cocinó en la subcomisión de puertos del Senado de la Provincia de Buenos Aires", donde el matrimonio Raverta-Obeid tiene una injerencia determinante. Los gremialistas aseguran que estos funcionarios "no tienen ni idea de lo que es un puerto" y que su único objetivo es "captar plata donde sea", intentando "vender algo que es de lata por una joya de oro". La incapacidad y la falta de preparación de estos actores, quienes "vendieron al directorio la historia" de que atraerían inversores que ya se han retirado, ha generado un pliego que atenta directamente contra el motor productivo de la ciudad.
El impacto de este "disparate" le pega de lleno a toda la familia portuaria, desde el estibador y el transportista hasta las fileteras y "la gente que trabaja alrededor, desde que vende choripán en adelante, destruyendo el poco trabajo que hay". La licitación no solo promueve la precarización y el "trabajo en negro, sin derechos", sino que, con sus costos artificiales, sella el destino de un puerto oceánico más que importante de la provincia. La comunidad portuaria está en "guerra" y la batalla por el trabajo, el puerto y los derechos laborales recién comienza.