28 de mayo de 2025
REDES SOCIALES
Café, política y patrimonio: CaFest como antesala de un modelo de gestión cultural
Con el proyecto para habilitar concesiones gastronómicas en espacios culturales aún en debate, el intendente Montenegro difundió el CaFest como un nuevo evento en Villa Victoria. El anuncio, lejos de ser solo promocional, funciona como un gesto político que refuerza la narrativa oficialista: cultura y consumo pueden convivir, incluso en edificios patrimoniales.

Mientras el expediente para concesionar servicios gastronómicos en museos y centros culturales de Mar del Plata avanza en el Concejo Deliberante con algunos tropiezos, el Ejecutivo municipal también juega en el terreno de los gestos públicos. En sus redes, el intendente Guillermo Montenegro anunció con entusiasmo la realización del CaFest para este sábado en Villa Victoria Ocampo: “Otra fiesta privada. Esta vez para los amantes de la electrónica y del café, que va a brotar por todos lados”. La postal, aunque anticipada, ya funciona como una muestra de lo que podría venir.
De esta manera, la celebración del CaFest en el Centro Cultural Villa Victoria Ocampo no solo anima la agenda cultural con música, café de especialidad y emprendedores locales: también dejó entrever una jugada política estratégica del oficialismo. Además, el posteo de Montenegro no fue ingenuo. Llega en pleno tratamiento legislativo del expediente que generó cruces entre el oficialismo y la oposición.
Por eso, en ese contexto, el CaFest cobra otra dimensión. No solo permite mostrar una versión amable de la convivencia entre cultura y gastronomía en un espacio emblemático: también sirve para sentar un precedente visual y simbólico que podría ser utilizado como argumento político en futuras instancias de debate. La narrativa del “café como integración cultural” gana así una escena concreta, con el respaldo explícito del jefe comunal.
Pero la escena no es neutra. Para algunos sectores opositores, la avanzada gastronómica en edificios culturales representa una privatización encubierta del patrimonio. Para el oficialismo, es una apuesta por diversificar la experiencia cultural, generar recursos y atraer más público. En el medio, se juega un modelo de gestión que tensiona los límites entre lo público y lo concesionado, entre la promoción cultural y el uso comercial del espacio.
La política, como el café, puede venir con espuma.